Al cierre de 2020, el consenso lucía robusto alrededor del pronóstico de 9 por ciento de contracción en la economía mexicana durante ese año y de una recuperación de 3.5 por ciento en 2021. No obstante, hoy es claro que nos encontramos en una de las peores coyunturas en términos del dilema de política: las presiones sobre la capacidad del sistema hospitalario ya han precipitado un nuevo encierro en zonas clave para el devenir económico. Es cierto que la barra ya era alta para un nuevo encierro de las dimensiones del dictado en la primavera pasada, pero aún siendo más regional y selectivo, de nueva cuenta se enfrenta un nuevo choque económico autoimpuesto, destacando el caso del Valle de México.
Crecer 3.5 por ciento en el año que comienza no involucraba supuestos extraordinarios tomando en cuenta al menos dos factores. En primer plano se encuentra el arrastre o carry estadístico. La ventaja en términos de comparativo anual que otorgaba a México al menos un par de puntos porcentuales de avance económico. Es decir, aún asumiendo un estancamiento económico prolongado durante todo 2021 en los niveles de actividad económica del último cuarto del 2020, México crecería 2 por ciento a tasa anual.
Un segundo combo de factores externos constituido por el buen momentum de recuperación en la manufactura retrocargado de nuevos apoyos fiscales contracíclicos en EU y de un posible aliento a los espíritus animales asociados al optimismo ante el inicio del proceso de vacunación en ambos lados del río Bravo.
Los anteriores dos factores, en ausencia de apoyo fiscal o de un amplio margen de maniobra de política monetaria a nivel local, habrían sentado las bases de un avance trimestral a un ritmo de convergencia entre un 1.5 por ciento en el cuarto trimestre de 2020 y un promedio de 0.5 por ciento en 2021 (ligeramente por debajo del ritmo medio de avance trimestral de 0.6 por ciento reportado desde la última recesión).
Hoy el escenario vuelve a alterarse. Valdría la pena plantearnos no solo el riesgo de que la economía no hubiera crecido 1.5 por ciento en el último cuarto de 2020, y su lógico impacto a la baja sobre el carry estadístico arriba mencionado, sino las adversas consecuencias económicas de un nuevo ejercicio de encierro económico, donde destaca el caso de la Ciudad de México. Este último habría tenido efectos no solo al cierre del año pasado sino también sobre el primer trimestre de 2021.
Al cierre del año pasado, los economistas encuestados por Banxico asignaban una probabilidad de 30 por ciento a observar una contracción trimestral durante el primer trimestre del presente año. Yo creo que ésta se ha elevado sensiblemente, aunque estimo permanece ligeramente por debajo de 50 por ciento. No obstante, lo cierto es que un crecimiento en el rango de 0.8-1 por ciento en el primer cuarto del año hoy ya luce complicado.
Considero que la coyuntura vuelve a presionar a las autoridades económicas. En particular, la probabilidad de que Banxico retome su esfuerzo de relajación monetaria ha repuntado sensiblemente, al igual que la presión sobre acciones fiscales de naturaleza contracíclica. La primera opción ya con una probabilidad superior a 50 por ciento y la segunda todavía por debajo de tal referencia.