Parteaguas

La ‘Conmebol’ viene por negocios mexicanos

Los sudamericanos quieren las posiciones ocupadas por mexicanos. La competencia es buena en cualquier actividad, sin importar el lugar de origen.

Tal como ocurre en el futbol, una tendencia crece en los negocios. Los sudamericanos vienen por posiciones ocupadas por mexicanos.

Entre los casos visibles, una chilena como Cornershop ganó el negocio de reparto de despensas en México al punto de ser apetecible para Uber, que terminó comprándola.

Bien por la contribución a la eficiencia. ¿Pero qué dicen los que pueden ser desplazados?

Entre las que vieron más cerca la amenaza está quizá la centenaria Liverpool, una compañía enfocada inicialmente en tiendas departamentales de ladrillos y cemento.

Para cuando sus directivos voltearon a ver lo que harían para vender durante la pandemia que cerró sus establecimientos, la argentina Mercadolibre, nacida hace 22 años, ya valía 83 mil millones de dólares –cifra 18 veces más alta que el valor de la mexicana en 2020– gracias a una estrategia nacida para la venta por medios digitales.

Las empresas sudamericanas basadas en países de economías pequeñas y en condiciones políticas tanto o más complicadas que las nacionales, se beneficiaron de un ambiente más competitivo en sus mercados de telecomunicaciones, que aceleraron antes en la adopción del internet.

Ahora sus habitantes observan el país como un centro de desarrollo natural.

Al final, la cultura es similar, pero la mexicana es una economía que pesa más del doble de la argentina, el triple que la colombiana y cuadriplica la dimensión de la chilena.

Ayer, una agencia de comunicación envió un correo a periodistas con el siguiente aviso: “México en la mira de las startups colombianas”. Inmediatamente viene a la mente Rappi, con sede en Bogotá y fundada por Simón Borrero, graduado por la Universidad de los Andes.

Pero detrás de ésta viene Laika, interesada en el negocio de Maskota; Chiper, la surtidora de tiendas misceláneas, y la vendedora de abarrotes Frubana, de ‘Fancho’ Gómez, un exdirectivo de Rappi que llega por el negocio de Chedraui o Soriana.

A su equipo lo encara una startup nacional: Jüsto, empresa guiada por el dueño de un carisma del tamaño de una sandía, Ricardo Weder, quien ya consiguió subir a su barco como socios a la dueña de los OXXO, FEMSA, y a Grupo Bimbo, mediante sus fondos de capital de riesgo.

El colombiano Gómez y Weder ejemplifican lo más deseable de la creación de estos negocios de potencial crecimiento acelerado: la repetición. El mexicano presidió Cabify, empresa de transporte urbano que a la postre fue comprada por Uber.

Bien podría Jüsto ganar fuerza en México y crecer hacia el sur del continente, lo que la haría apetecible para Amazon con su empresa Whole Foods Market, que hace algo muy parecido. El capital que llegue de un modo u otro, puede tener cierta repartición en la economía mexicana.

Por eso también es relevante la reacción que tuvo precisamente El Puerto de Liverpool, a cargo de Graciano Guichard Michel. Si bien resultó sorprendida por la velocidad de los cambios en el mercado digital, ajustó motores que redituaron.

Durante los 12 meses más recientes, el valor de la compañía creció casi 40 por ciento en el mercado de valores nacional.

Mercado Libre sigue valiendo 13 veces más, pero la mexicana reduce distancia moviendo piezas como la de poner a Mauricio Bravermann –un experto en tecnología que pasó por Microsoft y Visa– al frente de la estrategia de transformación e innovación, acá hay detalles: https://bit.ly/3iA07ld.

La competencia es buena para el público en cualquier actividad, sin importar su origen.

El sapo difícil de tragar es que los premios de ganar un mercado, entre los que se encuentra la utilidad para accionistas, salarios para sus empleados e impuestos para su gobierno, salgan de un país urgido de oportunidades, como México.

La buena noticia es la existencia de ‘unicornios’ locales difundidos suficientemente, como Bitso y Clip, que ganaron mercados con innovación. Hay pequeñas y medianas empresas que rápidamente movieron fichas, de las cuales prometo información pronto.

El mayor reto es para las ‘grandes’ empresas tradicionales menos ágiles, que siguen esperando que un viraje en el volante venga del gobierno.

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