Columnita Pibil

¿Ya mejor se van a Marte?

Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ocupa parte de sus horas a SpaceX, empresa con la que planea realizar un viaje al planeta rojo, explica Jonathan Ruiz Torre.

En Marte la gravedad es de un tercio respecto de la que sienten en la Tierra. Quien aquí pese 100 kilos, allá verá un número 38 en la báscula. Esa diferencia podría ser para algunos motivo grande para hacer el viaje.

Habrá a quienes les baste leer un resumen de recientes noticias terrícolas para empezar a empacar. Cada quien su aguante.

Aquí el asunto es que Marte finalmente es una opción, pero hay que ir por partes.

¿Por qué esta columna de fin de semana se puso marciana? Guarden por ahí este texto para usarlo después.

Durante la semana que concluye, un individuo subió a la cima del podio de la riqueza mundial. Ustedes sí saben quién es Elon Musk, pero la mayoría de la gente, no.

Él es el fundador y dueño de Tesla, la marca que finalmente puso los automóviles eléctricos en las cocheras de Polanco, Las Lomas y San Pedro Garza García, junto a los Mercedes Benz, Audi y BMW, que antes fueron el objetivo común de aquellos que no tienen solamente un Jetta en la cabeza.

Pero esa tarea fabril y mercantil debe ocupar apenas cuatro o cinco de su frenética jornada de 16 horas. Dada la comprobada eficiencia de sus neuronas, tiene suficiente con esa inversión temporal para que su creación sea valorada por inversionistas en casi un billón de dólares y el 18 por ciento de éstas que él posee, en cerca de 200 mil millones.

En el hipotético caso que venda las suyas este lunes, Musk tendría que gastar a un ritmo de unos 13 millones de dólares diarios ese dinero para acabárselo durante los próximos 40 años.

¿No hay modo de gastar tal cantidad? Sí lo hay cuando tienes prioridades como ésta:

"Serán necesarios un montón de recursos para construir una ciudad en Marte", dijo a la publicación alemana Axel Springer al final del año pasado. "Quiero contribuir tanto como sea posible".

Sucede que Elon Musk ocupa el resto de sus horas lúcidas y posiblemente algunas de sueño, a SpaceX. Otra compañía de su propiedad que convirtió los cohetes espaciales en una suerte de 'frisbee'.

En lugar de destruir una en cada misión, la misma nave va y vuelve, lo que representa tremendos ahorros y eficiencias que ahora posibilitan salir al espacio con frecuencia. Pueden ver detalles en la serie de Netflix llamada, claro, Marte.

Musk empezó su plan con el siglo: "Estábamos todos en una cabaña en el Hard Rock Café y Elon estaba ahí leyendo un oscuro manual soviético todo mohoso y que parecía comprado en Ebay", narró Kevin Hartz a Ashlee Vance, autora del libro Elon Musk, Tesla, SpaceX y la búsqueda de un futuro fantástico.

Hartz fue uno de los primeros inversionistas en Paypal, otra empresa fundada por el genio estadounidense de esta era, quien por cierto, nació en Sudáfrica.

Los entusiastas candidatos tienen más claro el panorama que les espera durante el primer viaje que Musk programa tentativamente para 2024. Pero bien vale pensar mejor las cosas.

Llevar máquinas como las que de facto ya llegaron al planeta vecino representa muchas menos complicaciones que transportar otro tipo de artefactos que requieren de energía en forma de pizza que luego es desechada en calidad de inmundicia. Varias veces al día.

"Eres inconstante. Tardas semanas en ser reparado. Los ingenieros deben preocuparse por el agua, el oxígeno y la comida que necesitarás en el espacio, sobre la cantidad de combustible adicional que se necesitará para lanzar tu cóctel de camarones y esos tacos de carne. Una célula solar o una boquilla propulsora son estables y poco exigentes. No excretan ni entran en pánico, tampoco se enamoran del comandante de la misión. No tienen ego" expuso Mary Roach hace 10 años para The New York Times acerca de su libro "Packing for Mars".

Los viajes a Marte representan para los humanos la siguiente frontera tecnológica a ser superada y tanto Estados Unidos, como Arabia y China tienen proyectos en ese sentido.

Los mexicanos también, de lo contrario habría que explicar la razón de invertir en este año 63 millones de pesos del erario en la Agencia Espacial Mexicana que opera en un edificio de Insurgentes, junto a la cantina El Desván, "el rey de la botana". Eso sí podrían extrañarlo en Marte.

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