La idea la redactó el equipo de Agustín Carstens. Sí es posible quitar comisiones bancarias y pronto, de acuerdo con un documento publicado ayer por el Banco de Pagos Internacionales, que encabeza el mexicano.
No es por la vía de reglamentos, como han surgido propuestas legislativas en México –en donde el senador Ricardo Monreal ha puesto el dedo sobre la llaga– sino en la lógica, en quitar de en medio gente, con ayuda del internet.
Piensen un momento. ¿Por qué pagan ustedes comisiones? El argumento se basa en que alguien les atiende y por ese servicio ese alguien cobra una tarifa.
Lo que hace el banco para que dos personas puedan pagarse entre sí, por ejemplo, está entre esos servicios. Casi nadie se cuestiona tanto cobro: comisión al pasar la tarjeta de un cliente en el restaurante. Comisión en el envío de un paisano. Comisión en un crédito hipotecario. Comisión por manejo de cuenta…
¿Quién termina pagando todas esas comisiones? Ustedes, que caminan sobre la banqueta. Si no cubren la comisión directamente, la terminan pagando, por ejemplo, en el precio de las bebidas y los tacos cuando piden la cuenta. O también cuando compran ropa en la tienda, de acuerdo con información contenida en el Reporte Económico Anual que el BIS liberó ayer.
Éste también dice: “A pesar de décadas de progreso tecnológico cada vez más acelerado que redujo drásticamente el precio de los equipos de comunicación y el ancho de banda, el costo de las opciones de pago digitales convencionales, como las tarjetas de crédito y débito, sigue siendo alto”.
Vaya, luce ridículo que en días en los que el Zoom ahorra un viaje de negocios, los bancos aún cobran como cuando había que planchar tarjetas y enviar vouchers por mensajería.
Las tarifas superan en muchos casos 2 por ciento de cada compra y para quien envía dinero desde Estados Unidos puede brincar a 5 por ciento de lo que recibe su familia de este lado de la frontera.
En medio de cada transacción están todos los bancos que ustedes conocen, que cobran por el proceso. Por eso es que ya se asomó Facebook, para aportar tecnología… pero no para bajar los costos.
Una criptomoneda elimina a los intermediarios… si la administra la gente con ayuda del blockchain, pero vean lo que ocurre cuando el equipo de Mark Zuckerberg propone cambiar el mundo financiero.
“El servicio de la plataforma de mensajería WhatsApp de Facebook fue bloqueado por el Banco Central de Brasil ocho días después del lanzamiento”, informó Reuters en julio del año pasado. “Facebook cobraba a los comerciantes una tarifa de 4 por ciento por transacción, por encima de los precios del mercado, aunque las transferencias entre individuos eran gratuitas”, detalló.
El BIS a cargo de Carstens denunció el riesgo de que las redes sociales intervengan en este mercado debido al fenómeno de espiral DNA, por sus siglas en inglés: data network activities. Es un bucle que se refuerza a sí mismo por los datos que conocen de la gente; externalidades y actividades de la red controlada por estas empresas.
¿Entonces qué queda? Está el intercambio de bitcoin o ethereum, por ejemplo, pero aún en estos casos, empresas como Bitso cobran comisiones de alrededor de 0.5 por ciento por transacciones que además pueden atraer actividades ilícitas por el anonimato de quien las realiza.
Por eso el BIS destaca otra vía: monedas digitales de bancos centrales o CBDCs, en inglés (central bank digital currencies), que están siendo probadas para transacciones entre bancos, pero que podrían pasar al público permitiendo transacciones entre personas sin requerir la intervención de un banco ni de trámites como la presentación de identificaciones, una vez que la cuenta ha sido validada por el banco central.
La Reserva Federal de Estados Unidos ya analiza esa vía. Acá en México no hay señales de cariño hacia ese esquema.
Los mensajes enviados desde Banxico esta semana parecen incluso satanizar el uso de criptomonedas. Aquí parece haber más oportunidades para las financieras tecnológicas o fintech.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.