Mientras Adolfo Hitler se lanzaba a la guerra contra naciones de Europa en 1939, Frida Kahlo pintaba esa obra en la que una pareja femenina protagoniza una escena de contemplación. La llamó Dos Desnudos en el Bosque (La Tierra Misma).
En mayo de 2016, esa pintura se vendió en 8 millones 5 mil dólares en la casa de subastas Christie’s.
En septiembre de este 2021, 101 imágenes digitales de changos, visibles a través de una pantalla, pero que nadie nunca podrá tocar con sus manos, están en oferta en otra subasta en Sotheby’s por al menos 13.5 millones de dólares.
¿Qué le está pasando al mundo que alguien desembolsará tal cantidad de dinero por un archivo digital que todos podrían tener en casa o postear en Instagram, con la única ventaja de decir que el original es suyo? ¿Qué hace ahí la neoyorquina Sotheby’s?
Hablamos de la casa de subastas que vendió Garçon à la Pipe, de Picasso, por 104.2 millones de dólares en 2004 y la dramática escena de Andy Wharhol capturada en Silver Crash Car, por 108 millones en 2013.
Esto requiere contexto. La obra de monos virtuales en cuestión lleva por nombre Bored Ape Yacht Club (BAYC), o El Club de Yates de los Changos Aburridos.
Es una colección que expone caricaturas o avatares con la descrita referencia zoológica, cuyos personajes son expuestos con distintos atuendos y en toda circunstancia, con la apariencia de perder el tiempo.
Algunos usan chaquetas o aretes, mientras que otros fuman.
El paquete fue desarrollado durante la primavera por Yuga Labs, una compañía de coleccionables digitales. Ésta vende estos artículos como NFT o Non Fungible Tokens, que en español podría traducirse como una pieza que no se consume con su uso. Eso sólo da pistas.
Para acercarse más a este mercado hay que pensar en bitcoin o en criptomonedas. Aquí, muchos pondrán un freno. El aliciente es comprender que esa tecnología ya data de 2009 y no se ha ido, por lo que conviene al menos verla de reojo.
Imaginen una enorme fila de datos, de ceros y unos, de bits. Cuando compran una criptomoneda o una parte de ésta, lo que tienen en su cartera es una larguísima lista de bits o datos que les pertenece.
Debido a que esta tecnología permite guardarse en todas las computadoras de quienes participan en el mercado, es prácticamente imposible violar su seguridad y por ende, que alguien les quite esa propiedad, que luego ustedes pueden vender.
Los anónimos programadores originales de bitcoin crearon un sistema que limita a 21 millones las unidades que los humanos y sus computadoras podrán ‘minar’ (actividad que es tema para otra columna), de los cuales hasta ahora han obtenido menos de 19 millones.
Esa sensación de escasez provoca que hoy cada bitcoin valga casi 50 mil dólares. Bienvenidos a un mercado creado en 2009. Ahora vamos con los changos.
Bajo la misma lógica, hay una sola colección de 101 changos que también son solamente una larga fila intangible de bits o ceros y unos, pero que a diferencia de un bitcoin, al menos pueden ver una imagen representativa de esos datos y si les da la gana, ponerla como avatar en su foto de perfil en Twitter, como lo hizo el basquetbolista Stephen Curry.
Él se ‘afilió’ previamente al citado club de yates por la vía de una oferta previa.
Ese sentido de pertenencia a un club inexistente provocó el sábado que 10 mil NFT de simios mutantes se agotaran en una hora, a cambio de 93 millones de dólares.
Supuestamente, Curry habría pagado 180 mil dólares por el suyo, de acuerdo con medios estadounidenses. Ahora hay solamente 101 de esos changos en una subasta que cerrará en seis días. Si pueden pagar, lo que tendrán como prueba de pertenencia de esa colección es el equivalente a una criptomoneda con muchas caras de chango, similares por cierto, a la de un protagonista que detrás de unas ramas, aparece en el citado cuadro de Frida, pintado hace 82 años.