Quienes visiten Houston pueden ver cuántas palmeras murieron súbitamente. ¿Qué conexión tiene eso con lo que ocurre desde ayer en Escocia?
El año pasado, temperaturas congelantes afectaron plantas y otros seres vivos, pero además detuvieron el funcionamiento de Texas; el poco gas disponible disparó su precio y las consecuencias son aún sensibles en el precio de la electricidad, incluso en México.
Los bancos, el sistema financiero en su conjunto, pagó bienes asegurados por más de 10 mil millones de dólares, de acuerdo con la Reserva Federal en Dallas, pero ese no fue el principal daño económico: ¿cuánto menos vale la infraestructura que nadie sabe si fallará otra vez este invierno?
Ahora que las temperaturas presentan escenarios extremos… ¿Cuántos activos ya valen menos, sin que lo sepa la gente? Los directivos de bancos, finalmente tienen temor al cambio climático.
La reunión que inició ayer en Glasgow, Reino Unido, terminará el 12 de noviembre y no será como otras a las que casi nadie puso atención. Es la COP 26, o la Conferencia de las Partes número 26, convocada por la ONU para que los líderes de los países traten asuntos relacionados con el clima.
Están políticos y funcionarios, a quienes se añadieron en un golpe de mercadotecnia superestrellas como Blackpink –representantes del K-pop o pop coreano– con todo y sus 42 millones de seguidores en Instagram. Pero eso no hace diferente esta reunión respecto a las 25 previas.
“Si no se actúa con determinación, nos estamos jugando nuestra última oportunidad, literalmente, de cambiar el rumbo de las cosas”, dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, hace unos días. Él se refirió a la conservación de especies, entre ellas la humana, que puede lograrse reduciendo dramáticamente las emisiones de bióxido de carbono.
Lo que hace diferente este encuentro es que el clima ya se metió con los negocios. La preocupación quedó evidenciada por al menos dos poderosos personajes.
Al inicio de este año, Larry Fink, presidente de Blackrock, reconoció que las empresas que cuidan el ambiente, la sociedad y “la gobernanza” de su propia administración (ESG, por sus siglas en inglés), ofrecen más ganancias a los clientes de esta enorme firma de inversión.
“El cambio climático ya está teniendo un impacto desproporcionado en las comunidades de bajos ingresos de todo el mundo. ¿Es eso un problema E (ambiental) o S (social)?”, escribió el magnate en esa oportunidad.
Pocos meses después, Blackrock apoyó una revolución en el consejo de administración de Exxon, para incluir ahí ambientalistas.
Agustín Carstens, desde el Banco de Pagos Internacionales (BIS) que encabeza, convocó este año a todos los líderes de bancos centrales como el Banco de México y la Reserva Federal, a medir la amenaza de los “Cisnes Verdes” que se aproximan… eventos no pronosticados como el ocurrido en Texas, derivados del cambio climático.
En esa conferencia, Christine Lagarde, del Banco Central Europeo, advirtió justamente sobre el posible deterioro en el valor de los activos que amparan garantías de préstamos otorgados por la banca.
Imaginen la cara de quienes autorizaron créditos para instalar, digamos, uno de los ductos que no pudieron funcionar en ese estado. ¿Podrá cobrar el crédito completo? ¿Cuánto vale esa garantía ahora?
Recuerden ustedes las inundaciones por su casa y cuántos comercios fueron afectados. Muchos negocios fueron instalados justamente previo crédito de por medio, que ahora entra en complicaciones.
Otro nuevo factor añade presión a la reunión COP 26: el ascenso de Greta Thunberg, la ambientalista sueca ya es mayor de edad y es la cara más visible de una generación que percibe que no tendrá la estabilidad climática que sus padres y abuelos gozaron. Ella ya está en Glasgow.
Los nacidos después de 2000 encararán más sequías y posiblemente hambrunas, retos que no formaron parte de la vida del siglo pasado para la mayoría. Para evitarlo dependen de la COP 26 que inició ayer.