No solo está pasando en México. Los cajeros, humanos y automáticos, parecen amenazados con la extinción.
Nací en los setenta y de mis primeros contactos con un banco recuerdo una sucursal, una fila, ventanillas y escritorios con gente que resolvía (a veces) asuntos más complicados que depositar dinero a la tía Soco.
Más de 30 años después, los bancos tienen sucursales, una fila, ventanillas y escritorios con gente que resuelve (a veces) asuntos más complicados que depositar dinero a la tía Maca. Soco ya murió.
En lo esencial poco cambió, y no parece haber una app de banco tradicional que la gente recomiende por su simplicidad.
Cambiar las costumbres de la gente parece una labor de Dios. Aplica para trabajadores de empresas o para sociedades enteras. Los humanos solo pueden decidir si continúan en el intento.
Citi sacó la bandera blanca. ‘Ahí muere’. Ojo, pero no solo en México. Ya estuvo, en serio.
Sale de 13 mercados de Asia y también de México. Ojo, deja el negocio de consumo, el de las masas, el de Maca y Soco y el de “lo sentimos, no hay sistema” o el del señor que llega con una carpeta llena de papeles, se recarga en el mostrador y plática con la cajera, mientras ella afanosamente procesa transacción por transacción en su computadora.
Sale del juego de llevar billetes a cada cajero automático, adiós al “se tragó mi tarjeta”.
Pagar Servicio Panamericano, cajeros, gerente, luz, renta y aire acondicionado en la sucursal es carísimo.
“Llegamos a la dura conclusión de que los negocios no institucionales no se ajustan a nuestra nueva dirección estratégica”, dijo Jane Fraser, directora de Citi a inversionistas hace unos días.
El negocio está en los ricos y se enfocará en ellos, en sus grandes inversiones, en su compra y venta de empresas supermillonarias…
A ellos no llega Nubank, el banco de origen brasileño que ahora parece regalar a mexicanos tarjetas de crédito moradas vía Facebook, con la anuencia de Master Card. Una foto de la identificación, una selfie, mándalos por internet y ya está.
Un experto en inversiones como Álvaro Rodríguez Arregui, fundador de Ignia, estima que Nubank gasta aproximadamente 85 por ciento menos que un banco tradicional por el mismo servicio. Nada. No invierte en sucursales.
Algo vieron en Nubank, en Clara o en Stripe y en todo el ecosistema fintech. Quizá por eso no es solo Citi la que sale del negocio de consumidores en masa.
“HSBC Holdings PLC (HSBC) anuncia hoy que abandonará su negocio de banca minorista del mercado masivo nacional de Estados Unidos a través de varias transacciones, en espera de la aprobación regulatoria”, avisó ese grupo financiero desde mayo.
“Eso incluye: la salida de 90 sucursales de una red actual de 148 sucursales”, abundó.
“Salir de todos los clientes de banca personal, Advance y ciertos clientes de banca premier (aquellos con saldos inferiores a 75 mil dólares). Salida de todos los clientes de banca comercial minorista (pequeñas empresas con una facturación de 5 millones de dólares o menos)”.
En México no hay novedad con esta institución, pero dada la situación en el país vecino, conviene atender las señales que ofrezca este banco que compró el otrora famoso Bital.
También habrá que vigilar a Angel Ventures, a Ignia, a Dalus, incluso a BBVA, que ponen dinero a quienes traigan ideas como las generadas por Prometeo, Fintual, Lendera, Kubo Financiero o la vendedora de criptomonedas Bitso, recientemente convertida en unicornio, por su valor superior a los mil millones de dólares.
Lo que en su tiempo fue disruptivo ya conforma una tendencia, una industria que como he expuesto aquí antes, conforma una gran sustitución. Lo que ocurrió en el sector hotelero con Airbnb o con el comercio con Amazon, inevitablemente llegó a los bancos.
Conviene que quienes viven de atender las filas de sucursal, aprendan nuevas habilidades cuanto antes.