Parteaguas

Creen que es amenaza, pero es aviso

Muchas de las gigantes representadas en México por el CEEG enfrentan un escrutinio sin precedente a su impacto ambiental y social, que repercute en su valor.

La furia por el entorno político puede impedirles ver lo que está en marcha. Los productos ‘Hecho en México’ rozan cada vez más las puertas de entrada a otros países y llegará el momento en el que ya no pasen. El empleo de todos está en riesgo.

El aviso del CEEG pasó casi de noche: si México no genera electricidad de fuentes limpias, se van. Es un aviso que puede confundirse con amenaza.

Fue el presidente del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales (CEEG) quien expresó la advertencia a legisladores entusiasmados con una reforma eléctrica.

Alberto de la Fuente es también el líder de la petrolera Shell en México. Sus antecedentes como funcionario público en administraciones federales previas y la polémica que acompaña a la empresa que representa, pueden confundir. Los más radicales podrían ver en él la figura del enemigo a una ‘transformación’.

Pero esto tiene que ver con el negocio y con el empleo. Atención, secretaria Luisa María Alcalde.

Shell, como compañía, vale 25 por ciento menos que antes de la pandemia, conforme al precio de sus acciones en el mercado, con todo y repunte en el precio del crudo. Lo mismo BP, que vale un tercio menos; Bayer está 50 por ciento abajo, la famosa Dupont, la cementera Holcim… Las empresas más representativas provenientes de una generación previa de la economía despreocupada por el medio ambiente, simplemente no se recuperan.

Los bancos y las casas de bolsa les cargan un costo que antes no consideraban.

Muchas de las gigantes representadas en México por el CEEG enfrentan un escrutinio sin precedente a su impacto ambiental y social, que repercute en su valor.

Europa y Japón se les fueron encima con impuestos o procesos judiciales precisamente para compensar el daño que provocan al ecosistema.

Para recuperarse, las empresas europeas intentan reducir su huella de carbono y una mayoría ya tiene planes para eliminar o reducir la afectación, buscan un ‘net zero impact’, pero en el proceso piden ayuda a sus gobiernos. Exigen establecer barreras a los productos importados en esa región.

De lo contrario, el acero, el aluminio, los petroquímicos y todo lo que sirve para construir ciudades, edificios y vehículos, puede entrar más barato, en detrimento de los locales. Muchos de esos productos son fabricados en México o en Estados Unidos.

Las firmas de Europa solicitan una ‘frontera de carbono’, le llaman ‘carbon border adjustment’, una serie de aranceles a insumos traídos de afuera y que no puedan comprobar un bajo impacto ambiental.

John Kerry está al tanto y quizá por eso, ayer el enviado especial para el clima del gobierno estadounidense presumió un listado de medidas a adoptar por la administración del presidente Joe Biden.

“Hoy, la Administración Biden-Harris anuncia nuevas acciones en todas las agencias para apoyar el liderazgo estadounidense en la fabricación limpia, incluida la producción baja en carbono del acero y el aluminio que necesitamos para los vehículos eléctricos, las turbinas eólicas, los paneles solares, y el concreto limpio que necesitamos”, informó la Casa Blanca.

¿Qué contiene el plan estadounidense? Unos 8 mil millones de dólares para Centros Regionales de Hidrógeno Limpio; un Grupo de Trabajo de Compra Limpia, que aprovechará el poder adquisitivo del gobierno para apoyar la producción de materiales bajos en carbono; políticas comerciales basadas en el carbono para recompensar a los fabricantes estadounidenses de acero y aluminio limpios.

También, tecnologías de captura y uso de carbono (CCUS) que pueden reducir las emisiones de la industria pesada.

Con ello alinea, junto con la Unión Europea, su comercio con objetivos climáticos.

Esos planes pierden sustento en el momento en el que los europeos señalen fábricas de empresas extranjeras que en México funcionan con electricidad proveniente de plantas de la CFE que operan con combustóleo o carbón.

Los corporativos gigantes no van a seguir perdiendo valor con el afán de mantener una buena relación con los mexicanos. Si México no se alinea hacia una economía verde, se van, y el peso de ese problema no está en el discurso proveniente del Palacio Nacional.

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