Tener un coche en México muta en lujo. Cada año aceleran sus incrementos en precio y esa circunstancia, combinada con el alza de la gasolina y el estancamiento de una economía sin rumbo, parecen limitar el número de personas que puede pagarlo.
De acuerdo con el Inegi, en 2019 los automóviles se encarecieron 3.8 por ciento y en 2020, 3.6 por ciento.
Pero la pandemia disparó su cotización: 8.6 por ciento en 2021 y en los 12 meses contados hasta febrero de este 2022 el alza ya acumula 9.3 por ciento.
Ayer, el sitio de Mercado Libre exhibía varios descontinuados Tsurus modelo 2015 que son ofrecidos por encima de 115 mil pesos.
Sucede que aún faltan coches. La escasez de piezas detiene la producción masiva al ritmo que demandan consumidores de países como Estados Unidos y Japón. Los pocos que salen de las fábricas son enviados a los mercados que mejor pagan en detrimento del resto.
¿Consecuencia? Quien tiene un coche usado parece resistirse a venderlo porque no encuentra el que quiere en concesionarias que ahora lucen semivacías, y si lo hace, pide más dinero por el mismo.
La perspectiva de los expertos es que las líneas de producción superen sus problemas hacia el final de este año. Lo mismo decían en 2021, muchos esperaban que hacia el final del año pasado la cadena de suministro mundial normalizara su funcionamiento luego de que aumentara la producción, entre otras cosas, de semiconductores o chips que ahora son peleados por productores de celulares y computadoras cuyas ventas alcanzan números récord cada mes.
Entre las razones del límite en la disponibilidad de semiconductores está la gran inversión necesaria para instalar una fábrica.
Intel invertirá 20 mil millones de dólares en una nueva planta de chips en Ohio, Estados Unidos, misma que debe empezar a operar al final de 2025.
Comprar un coche es situarse al final de una larga cadena de suministro que no funciona como antes de que el COVID-19 atacara a los humanos. Hoy debe pagarse el privilegio de entrar a la lista de quienes sí pueden comprar un vehículo nuevo.
Pero eso es solo una parte del costo de tener uno de estos bienes; el otro, la gasolina, también aumenta de precio rápidamente, ahora como consecuencia de la guerra en Ucrania iniciada por la invasión rusa.
La semana pasada, el precio promedio de la gasolina en Estados Unidos alcanzó el equivalente a 20 pesos por litro, 5 pesos más que el año pasado, de acuerdo con la Agencia de Información Energética de ese país. La Unión Americana es la fuente principal de suministro de combustibles vendidos en México.
En diciembre, cifra más reciente disponible, los mexicanos importaron desde esa nación 18.8 millones de barriles de gasolina, una cifra solamente comparable con la del mismo mes de 2017, de acuerdo con la misma fuente.
En ese mes el precio del crudo texano WTI se situaba aún cerca de 70 dólares por barril. Ayer, en 124 dólares. De acuerdo con el gobierno estadounidense, el petróleo representó en esos días 56 por ciento del precio final del combustible en la bomba.
El gobierno de México hace esfuerzos por evitar que las alzas impacten a los automovilistas, pero al final quien terminará pagando son los ciudadanos, por una vía o por otra.
Desde este sábado 5 de marzo, la gasolina Magna ya no incluye Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS).
El inconveniente está en que con esto las autoridades contarán todavía con menos dinero para, digamos, tapar baches.
Los coches suben de precio, la gasolina también se dispara y ahora es posible que haya que pagar llantas con más frecuencia. Tener coche, inclusive un Tsuru, sí luce ahora más como un privilegio.
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