Hay muchas malas señales. Este gobierno superó a los previos en su incapacidad de instalar la seguridad y ahora quiere arreglar el problema normalizando la presencia de soldados en las calles. Mexicanos al grito de guerra... contra los mexicanos.
Pero también es cierto que el mismo gobierno, por el argumento que ustedes quieran, endeudó menos al país frente a lo ocurrido a otras naciones durante la pandemia y si bien austeras, las cuentas públicas están en orden. Vean el tango de la inflación en la querida Argentina como ejemplo de lo que salió mal.
El Banco de México ejecuta un trabajo ejemplar frente a sus iguales.
Pero hay, además, cosas fuera del control de los mexicanos que pueden entregarles regalos inesperados.
De las tres principales regiones industriales del mundo, solo hay una que funciona relativamente bien en estos días: Norteamérica.
Los europeos no saben cuánto pagarán de luz a fin de año, ignoran a ciencia cierta si tendrán gas. Eso golpea los costos y la estabilidad de todo lo que producen.
Más allá, los asiáticos muestran a una China que tropieza en el corto plazo por los constantes cierres por nuevos brotes de Covid y la creciente amenaza de sus problemas financieros. Recuerden la inmobiliaria Evergrande, que construyó indebidamente edificios como bolillos en Nochebuena.
Luego está el tema de los gobiernos que intentan retraerse, Estados Unidos incluido. Mucho apunta a una reducción de la apertura comercial detonada al inicio del siglo XXI. La globalización se instaló en la virtualidad del smartphone, pero parece retraerse de la realidad de los puertos.
“Nearshore” llaman a esa tendencia que consiste en traer más cerquita las fábricas que empresas estadounidenses habían mandado a zonas tan remotas como Guangzhou o Cantón. Vean lo que vino a decir JP Morgan este mes:
“El nearshoring presenta una oportunidad única para que México amplíe su rol económico, ya que la regionalización de las cadenas de suministro puede aumentar su potencial para convertirse en el principal proveedor de América del Norte”, expuso el mayor banco estadounidense en un reporte llamado: “Mexico Equity Strategy. Deep Dive: La Oportunidad del “Nearshoring” podría añadir entre 80 mil y 170 mil millones de dólares en exportaciones o de 1.2 a 2.6 puntos porcentuales de PIB por año”.
Me dicen desde Chihuahua que en Ciudad Juárez ya no caben las fábricas. Llegan más y más todo el tiempo. El PIB de ese estado norteño crecía hasta el arranque del año 3.7 por ciento, de acuerdo con información del INEGI.
La tendencia se acelera. Seguramente vieron ustedes las estadísticas de Inversión Extranjera Directa (IED).
Su llegada creció 49 por ciento en un año contado hasta junio y acumuló en el primer semestre de este año más de 27 mil millones de dólares, de acuerdo con las cifras preliminares de la Secretaría de Economía.
La cifra refleja tremendos cheques relacionados con la fusión de Televisa con Univisión y la reestructura de Aeroméxico.
Ambas transacciones representan 6 mil 875 millones de dólares de IED. Pero aún quitándolas, se acumularon 18 mil 433.5 millones de dólares, lo que significa un aumento de 12 por ciento respecto al mismo lapso de 2021.
Escribiré más de esto la semana entrante, pero sirvan estos párrafos para relajarse durante el fin de semana en espera de que en algunas partes de México crezcan las oportunidades. No todas están en el norte, en donde despunta Nuevo León en materia de inversión extranjera y su gobernador anticipa crecimiento económico del 6 por ciento. Incluso Yucatán presume de haber recibido en los primeros seis meses de 2022 el doble de dinero extranjero que un año antes. A su península llegaron nuevas empresas manufactureras automotrices, aeroespaciales y de muebles de cocina, pero también tecnológicas como Accenture y Amazon.
Si ustedes quieren aferrarse al discurso pesimista, hay materia. Pero para aquellos que buscan aguacates blandos en medio de los verdes, también hay suficientes para un guacamole. Abundaré pronto al respecto.