Francamente luce sano. Axl Rose no saltó, tampoco bailó con esos movimientos de una serpiente en vertical, que vinculó con su nombre como marca hace unos 30 años. Pero apoyado por un Slash en pleno, Guns N’ Roses cumplió en Mérida, como probablemente ayer lo hizo en Guadalajara.
Con “November Rain” selló un vínculo con la nueva generación de fanáticos veinteañeros que probablemente escucharon por primera vez esa canción en una reciente película de Marvel.
Pero ya cambió el negocio desde 1991, cuando el álbum “Use Your Illusion” la presentó al mundo. Entre otras cosas que son distintas, ya no existen los CDs, ni los “estéreos” en los que una pila de esos artefactos hacían fila para ser tocados uno tras otro.
Hoy, un aparato con el peso de un jabón y una bocina inalámbrica del tamaño de una plancha, hacen el trabajo. Por eso, Axl tiene que trabajar en lugar de estar en casa.
Cuando la meta de los artistas consistía en ‘romperla’ con un álbum que se vendiera en todo el mundo indefinidamente, no había razón para andar de ciudad en ciudad a los 60 años. Solo había que revisar la cuenta del banco y seguir la fiesta.
Pero en la era de Spotify y YouTube, el pago de regalías proveniente de gente que desembolsa poco más de 100 pesos al mes por toda la música del planeta es escaso y no alcanza para la despensa de quien paga cuentas en Malibú. Lo de “Guns” y el resto de la música se ha industrializado. Slash y demás ocupantes del templete, quizás con algo más de glamour, pero deben cumplir horarios a veces al ritmo de un godín.
Ese es el golpe de realidad para quienes crearon música o contenido durante el siglo pasado. Pero todavía hay una actividad que funciona y de acuerdo con medios del espectáculo ellos cobran cifras que rondan los 3 millones de dólares por show. Pobres no son.
Los estadounidenses saben como pocos del negocio y de cómo revivirlo.
Esta semana murió la ‘Mamá Coco’ a los 109 años de edad, fue la mujer que inspiró el personaje de una película que convirtió una festividad tradicional mexicana, en un atractivo mundial.
Recuerdo haber visto en el centro de Brujas, Bélgica, a mujeres disfrazándose por gusto de la Catrina, la imagen creada por José Guadalupe Posada y resaltada en “Coco”.
¿Quiénes ganaron con tal fenómeno? La multinacional Disney cobró 807 millones de dólares en taquilla. Imaginen cuánto más habría ingresado a la empresa si hubieran conseguido la adquisición de “Día de Los Muertos” como marca, hace unos siete años.
En Latinoamérica esos conceptos de comercialización de contenido y propiedad de marca suenan ajenos para la mayoría. Es otro de nuestros déficits educativos y un problema más a la hora de generar fuentes de riqueza.
Los coreanos aprendieron rápido y ahora compiten en el escenario del pop mundial y hasta en el cine, con golpes como Parásitos y El Juego del Calamar, cambiaron el juego en Netflix.
Ayer brilló ‘Checo’ Pérez, tal vez el mexicano más visible hoy en el escenario mundial de los espectáculos. Al final, los deportes no son más que “show”.
Confirmó su estatura como celebridad un ranking del medio de comunicación Sports Pro, que lo ubicó en el lugar 36 del mundo en términos de “marketability” o comercialización de marca, apenas tres lugares detrás de su coequipero Max Verstappen, en un ranking encabezado, claro, por Cristiano Ronaldo.
Pérez y el holandés figuran en la corta lista de 20 conductores que pelean el campeonato de la Fórmula 1, espectáculo comercializado por la empresa basada en Colorado, Liberty Media, con un valor actual de 13 mil 600 millones de dólares, cuyos ingresos anuales suman más de 2 mil 500 millones de dólares.
Otra oportunidad para quien deba entender acá en México. Sean las universidades nacionales, emprendedores arriesgados o funcionarios de gobierno, así sean estatales.