¿Viven en ciudades mexicanas? Es posible que tengan en la cabeza esa triste escena de una o muchas botellas de refresco flotando en un río urbano… como el Magdalena o La Silla.
Al menos en Baja California empiezan a encontrarles uso, antes de que contaminen el océano Pacífico: ese plástico termina convertido en muñecas Barbie, de Mattel.
Todd Woody lo reportó el fin de semana para Bloomberg:
“Mattel ahora ofrece 33 juguetes que etiqueta como sostenibles, frente a cuatro en 2020. La muñeca Barbie Loves the Ocean de la compañía está hecha con un 90 por ciento de ‘plástico del océano’ recolectado en 31 millas de vías fluviales en Baja California”. De acuerdo con Woody, otros juguetes menos icónicos también derivan ya de materiales reciclados.
¿Mattel se bañó de pronto de conciencia? Salvo que ustedes sean coleccionistas atípicos, traten de recordar en dónde dejaron todos sus Jedi; las muñecas Polly Pocket o los carritos con los que jugaban en la banqueta.
Esa basura no es muy distinta de una botella de PET desechada. Por años, Mattel, como Hasbro y otras jugueteras, dejaron pasar la preocupación por atender de algún modo esa contaminación.
¿Pero qué ocurre ahora? Esta mañana debo conversar al respecto con vendedores de coches mexicanos, quienes quieren saber acerca de los “scopes” que tiene en la mira el gobierno estadounidense a través de la Securities and Exchange Commission (SEC). Es la autoridad que vigila a todas las empresas que cotizan en el mercado de valores de ese país.
Los “scopes” o “alcances” representan el contexto en el que opera la compañía. Al cierre de año, vendrán regulaciones nuevas que agitarán a los directores de finanzas y a los de operaciones, principalmente, por esta vía.
El impacto de primer alcance o “Scope 1″ es el inmediato.
“Son emisiones directas de gases de efecto invernadero (GEI) que se producen a partir de fuentes que son propiedad de la empresa o están controladas por ella. Estos pueden incluir emisiones de maquinaria o vehículos controlados o propiedad de la empresa”, explica la SEC a partir de definiciones del viejo Protocolo de Kioto.
El segundo, o “Scope 2″ alude a las emisiones indirectas que resultan principalmente de la generación de electricidad comprada y consumida por la compañía. Estas emisiones se derivan de las actividades de un tercero (en México es la CFE, principalmente).
Mattel, como Lego y otras, produce en México. Si la CFE apuesta por energías limpias, reducirán sus problemas. La preocupación para ellas crece si ocurre lo contrario.
El tercero es el más difícil de controlar. ¿Qué tan culpable es Coca Cola, Pepsi, Walmart o la tienda de la esquina, por esa botella vacía que ven ustedes flotando en el río?
Las emisiones de Scope 3 son consecuencia de las actividades de la empresa, pero se generan a partir de fuentes que no son propiedad ni están bajo su control. Pueden incluir emisiones asociadas con el desplazamiento de empleados o viajes de negocios y el uso de los productos del fabricante, por parte de terceros.
¿Sirve a esos productores de juguetes compensar su contaminación, recogiendo y usando la que generan otros? Lo sabremos pronto.
Al final del año, la SEC liberará sus reglas de emisiones para que las compañías que cotizan en el Nasdaq o el NYSE, de Nueva York, sepan qué incluir en sus reportes de contaminación de alcance unos, dos y tres.
“Estamos en el proceso de revisar miles de comentarios enviados. Ninguno de nosotros sabe aún cómo serán las versiones finales de estas reglas”, reconoció la semana pasada el comisionado de la SEC, Jaime Lizárraga, durante una conferencia en Londres.
¿Por qué quieren meter a todos en cintura? Porque creció la incertidumbre del riesgo que ocasionan las emisiones y la contaminación sobre inversiones hechas por bancos y otros inversionistas. Si ellos quieren reducir algo, es precisamente la incertidumbre. Ya de paso, el medio ambiente.