Hay semanas de noviembre que huelen a cierre de año. Esta que empieza este lunes no solo tiene el peso de los 12 meses de 2022. Los eventos que carga podrían definir la historia de la gente.
Uno. Si quieren, consideren cosa menor el que a partir de hoy, oficiales de gobierno y dirigentes empresariales se encontrarán en Egipto para decidir si los humanos ya echaron a perder suficiente o si el planeta todavía aguanta emociones.
La COP 27 pretende alertar sobre la insuficiencia de acciones para contener el ataque de las personas hacia el resto de las especies.
También deben brillar hechos incuestionables, como el de que la economía actual, al menos, parece haber detenido el crecimiento de sus ya enormes emisiones. Una buena entre lo mucho malo.
En el transcurso de la semana escucharán planes de México y otros países para desarrollar energías renovables y otros recursos de salvación o adaptación de la civilización.
Dos. Elecciones en Estados Unidos. El presidente Joe Biden define el futuro de su Partido Demócrata en el Congreso de su país.
A decir de las constantes alusiones que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador a las remesas, lo que allá suceda está tan cerca como la lavadora que mucha gente le paga a Coppel.
Biden llega con una baja aprobación. Si bien debe llegar al final de sus primeros cuatro años de gobierno en 2024, el tono que toman las elecciones de su país parece anunciar que habrá de lidiar con una nueva generación de legisladores opositores republicanos que pueden representar mayoría.
Amén de que estarán listos para bloquear casi cualquier proyecto, empezarán a perfilar políticos radicales que posteriormente buscarán gubernaturas o una candidatura presidencial basada en propuestas como la penalización del aborto.
En los negocios poco debe cambiar. La política de ese país ha dejado ese espacio libre para la influencia de la US Chamber of Commerce, la cámara de comercio más poderosa del mundo, que persigue ahora una reforma migratoria para llenar puestos laborales vacantes.
Si antes no querían limpiar baños, en la era pospandémica, las personas menos capacitadas de ese país se niegan incluso a llenar vacantes en fábricas, mismas que varios latinoamericanos, mexicanos incluidos, llenarían gustosamente.
Ahora que los estadounidenses buscan traer de vuelta la producción que alguna vez establecieron en China, sube la factibilidad de que el país vecino cambie leyes que abran finalmente la puerta a la gente con habilidades suficientes para esas tareas.
Tres. El final del sueño de las empresas de tecnología. La idea de esas oficinas en las que había mesas de ping pong y resbaladillas, se disuelve a la velocidad de TikTok y las cuentas de Elon Musk.
Este último cierra puestos laborales de Twitter en distintas partes del mundo bajo el argumento de que esa empresa pierde dinero a un ritmo de 4 millones de dólares diarios. Aquí he expuesto que esa compañía como otras de similar brillo (digamos, Uber) cobran mucho, pero no ganan dinero. Carecen de utilidades.
Cuando los gobiernos de Estados Unidos y Europa imprimieron billetes para sacar a su gente del trauma de la pandemia, la abundancia de dinero escondió fallas.
Los tambores de guerra en Europa hicieron escasa la comida y eso empujó la evidencia de otras carencias, lo que derivó en una inflación que ni los más ricos pueden ignorar. Ayer, The Wall Street Journal avisó que en Meta (Facebook) también habrá recortes.
Cuatro. Como en México los políticos se aburren fácilmente, ahora varios de ellos buscan la aprobación de una reforma con suficiente maña como para pasar la prueba del Legislativo y regresar a México a donde estaba antes de 1968.
Esos días en los que el presidente, haciendo creer a la gente que había democracia, terminaba eligiendo a todos con el poder de su dedo.
Todo lo anterior tiene una importante o una cercana definición esta semana, antes de que apaguemos el cerebro porque se nos viene el Mundial de Catar 2022.