Parteaguas

AMLO: ‘Con o sin permiso de los gobiernos’

La ONU eligió un nombre aburrido para un tema crucial: la 27 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27).

Como si Andrés Manuel López Obrador saliera en una mañanera a pedir a la gente que salga a la calle con o sin el permiso de su gobierno a reclamar la falta de medicinas en el IMSS.

O como si Enrique Peña Nieto hiciera lo mismo pidiendo a la gente que lo haga para reclamar el final de la explosiva corrupción durante su sexenio.

Ayer, el presidente colombiano Gustavo Petro escribió a mano un discurso para todos los habitantes del planeta, expuesto ante representantes de la ONU. La buena crónica que describe el momento fue redactada por Juan Diego Quesada para El País:

“El presidente de Colombia estaba encerrado en una salita repasando el discurso que iba a servir de presentación ante el mundo como el ecologista convencido que es. ‘Es hora de la humanidad y no la de los mercados’, enfatizó cuando le llegó la hora”.

La descripción advierte que Petro es un ecologista convencido, lo que exhibe diferencias frente a sus pares de Venezuela, o de México, en donde el presidente defiende la lógica de producir más combustibles cuando el mundo más desarrollado parece intentar lo contrario en un afán de “descarbonizar” el planeta.

Pero hay que regresar a lo de ayer. El texto de Quesada (https://bit.ly/3zUNxWj) continúa:

“A continuación, (Petro) alertó del peligro que conlleva seguir por este camino: el de la extinción de la humanidad. Y dijo que era el momento de actuar globalmente como seres humanos, ‘con o sin permiso de los gobiernos’. Sorprende esa cita viniendo de un presidente. En el avión, camino a Sharm El Sheikh, hizo un comentario parecido, como que este era el momento de pedirle a la gente que se echara a las calles. En ese contexto sonó a broma”.

Los presidentes, los ministros relevantes están esta semana en Egipto, porque ningún país puede sobrevivir sin un mundo funcional en el que hay que ponerse de acuerdo. La cita en esta ocasión para la COP 27 en ese país.

¿Qué es la COP27? A los burócratas no se les dan los nombres atractivos. La ONU eligió un nombre aburrido para un tema crucial: La 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27).

Ésta tomará los avances de la COP26 para hacer algo, para adoptar medidas que hagan frente a la emergencia climática.

Eso pasa de la reducción urgente de las emisiones de gases de efecto invernadero, a la adaptación de la gente a los ajustes ya vistos de la temperatura y a las consecuencias inevitables de ese cambio.

No hay que tragarse eso de que en 26 ediciones previas no pasó nada. Por principio, hoy, Europa y Estados Unidos están enfrascados en una batalla para mostrar que contaminan menos que el otro en afán de que sus productos sigan cruzando el océano.

Los europeos se hartaron de seguir ciertas reglas ambientales, mientras el resto del mundo continúa vendiendo a ese continente productos que no son revisados.

De ahí que estén a punto de levantar un carbon border tax para cobrar impuestos o aranceles al acero, aluminio, cemento y sus derivados, si vienen de afuera. El Congreso de Estados Unidos ya prepara una medida similar y juntos están conformando una suerte de “club del carbón” que ya he descrito antes aquí.

Si pusieron atención, ustedes ya vieron tres veces al enviado del clima del gobierno estadounidense en la oficina del presidente López Obrador, solo en este año. John Kerry exige que México muestre voluntad y proyectos en materia climática. A partir de ahí, el presidente ha cedido como en esa enorme planta de generación fotovoltaica que se construirá en Puerto Peñasco, Sonora.

Pero no es suficiente, los problemas y la movilización social crecen. Esas imágenes de gente manchando pinturas y gritando “Just Stop Oil” forman parte del movimiento, apoyado por cierto por Aileen Getty, hija de un empresario petrolero.

Hay movimientos más inteligentes, como los de economistas que convocan a la gente a hacer pequeñas inversiones que juntas valen millones y de esa manera compran acciones de Exxon o de Shell y así cambian el curso de esas compañías. Busquen referencias de Follow This, de Mark Van Baal, o de Engine No.1, que se quedó con tres de los 12 asientos de la petrolera más emblemática de Estados Unidos. Entraron con o sin permiso de los gobiernos, por cierto.

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