Los viejos responden. Liverpool lucía como esos boxeadores que esquinados, reciben tres golpes seguidos en la nariz durante el décimo asalto.
Durante la parte más álgida de la pandemia, la centenaria firma mexicana parecía estar a punto de caer a la lona, noqueada por una joven Mercado Libre que compite por las compras de mexicanos y que en 2020 disparó 80 por ciento sus ingresos.
Ese año, la centenaria compañía mexicana encaró el impacto de una caída de 20 por ciento en sus ventas, sentenciada por el cierre de sus tiendas en días de confinamiento.
Muchos datos indicaban que la tecnológica argentina la rebasaría y por mucho.
Pero apoyada en una nueva estrategia de ventas digitales, Liverpool regresó con un incremento de 31 por ciento en 2021 y otro –aún por confirmarse– de un 15 por ciento en 2022.
Ambas llegarán a 2023 con un récord de ventas equivalente a unos 10 mil millones de dólares anuales. Hay juego nuevo.
Detrás de esa contienda se asoma otra realidad: el mundo parece retomar un punto de equilibrio. Las empresas disruptivas topan con la disrupción en las tradicionales.
Ayer, The Wall Street Journal reveló que, luego del frenesí tecnológico de 2020 que motivó contrataciones en racimos, Amazon prepara 18 mil despidos, particularmente en el área corporativa, no necesariamente en sus bodegas.
¿Cuántos dejó ir la vieja Microsoft que compite con ésta en renta de espacios en ‘la nube’? Apenas mil, de acuerdo con noticias de octubre.
El mundo cambió rápidamente con el inicio de la década y parece girar nuevamente con la paulatina reducción de casos de Covid.
¿Significa lo anterior que la gente regresará a donde estaba? Para nada. El camión en el que vamos todos dio un par de vueltas e iremos a un punto nuevo y desconocido, igualmente interesante.
Hace un año publiqué en este espacio una columna acerca de lo ‘serio’ que se puso trabajar sin pantalones. La conocida Hugo Boss no hallaba su camino y el valor de sus acciones se desplomaba, mientras sus directivos intentaban recuperar algo vendiendo camisetas en lugar de sus famosos trajes sastre. Ahora su sitio web vuelve a mostrar modelos en saco.
Una caricatura muestra cómo al final, el mundo podría respetar y preferir ciertas costumbres, en detrimento de la comodidad que significa trabajar en ‘t-shirt’.
¿Notaron el cambio de atuendo de un hombre acusado de fraude: Sam Bankman-Fried, el fundador de la vendedora global de criptomonedas FTX?
Osado, durante entrevistas recientes en las que prácticamente revelaba un crimen al reconocer la desaparición del dinero de sus clientes, este multimillonario seguía montado en chanclas y usando un ‘short’.
Tan pronto fue llevado a tribunales, las imágenes en fotos cambiaron y ahora el hombre aparece enfundado en un aburrido, pero formal traje gris. Algo debieron decirle sus abogados.
Los jueces, la gente, tiene cierto límite de tolerancia, particularmente cuando estás acusado de robar.
Lo anterior muestra cómo la estructura tradicional evidenció en estos días ciertos mecanismos de defensa y eso en parte sacó del espasmo a empresas antiguas como Liverpool y Microsoft.
Al final, ambas y cada una a su nivel, están llenas de accionistas y ejecutivos profesionales que en su momento estuvieron cómodos en el liderazgo y de pronto debieron sacar sus instintos primitivos de supervivencia para modernizarse y contraatacar.
En un año contado hasta ayer, las acciones de Liverpool, dirigida por Graciano Guichard, subieron de valor más de un 30 por ciento; las de Mercado Libre, a cargo de Marcos Eduardo Galperín, cayeron más de un 30 por ciento.
Claro, esta última sigue valiendo mucho más que la mexicana. Eso es motivo de otro análisis.