Por alguna razón, sucursales del Costco montaron de nuevo unas torres llenas de papel higiénico listo para alabarlo o para que ustedes llenen su alacena.
Ojalá que no sea vaticinio de otra pandemia.
Lo que sí puede anticiparse es que esas toneladas de papel, una vez usado, van a ir a dar al excusado o… a Alemania. Sucede que la “basura” muta en competencia del petróleo. En una extraña vuelta del destino, eso va a beneficiar a una comisaría llamada Susulá, en Yucatán.
Si les queda un lado optimista acerca de lo que podemos hacer por el planeta, quédense aquí.
Ayer salió a la luz un proyecto de 150 millones de euros impulsado por José Antonio Loret de Mola Gómory, director del Grupo Ciclo, un corporativo que entre sus negocios tiene el de administración de residuos urbanos y también el de infraestructura ambiental.
Ciclo avisó que su equipo instalará una fábrica de combustible cuyo insumo es toda la basura que tiran al bote los habitantes de la capital yucateca y algunos municipios conurbados. Esa planta la llamarán Pellets CDR.
Construye ese proyecto en sociedad con el grupo Spontem y también con Alengo, una empresa alemana con sede en el pueblo de Oldemburgo, al noroeste de Hamburgo.
Esta última es relevante porque sus técnicos crearon una tecnología que seca y “vitrifica” todos los desechos orgánicos e inorgánicos para convertirlos en cilindros de material útil para generar electricidad o para productores de cemento y acero, por ejemplo.
De Yucatán saldrá el equivalente a mil 500 toneladas diarias de residuos que en lugar de quedarse en un relleno sanitario, abastecerán inicialmente con 540 mil toneladas anuales de combustible a los europeos… justamente cuando ellos necesitan sacudirse su dependencia energética de Rusia mediante todos los medios posibles.
Las generadoras de electricidad que compren la producción de Pellets CDR, podrán argumentar y mostrar a sus clientes que con estos “pellets” hechos en México, evitan la compra de carbón.
De paso, detienen la posible contaminación de un manto freático que empieza apenas 10 metros debajo de la superficie y está conformado por cristalinos ríos subterráneos y cenotes en los que ustedes mojan sus piernas.
No se trata de un proyecto aislado en México. El miércoles, Cemex anunció el lanzamiento de Regenera, un negocio antes llamado Pro Ambiente, que está basado en la economía “circular”. Incluye la recepción, gestión, reciclaje y coprocesamiento de residuos.
La cementera global de origen regiomontano utiliza sus procesos de producción para consumir desechos no reciclables y subproductos industriales para sustituir combustibles fósiles.
Además, con Regenera, Cemex impulsa una vertiente de negocio que atiende a la industria de América, Europa, Medio Oriente, África y Asia. Trabaja con el Gobierno de la Ciudad de México en un llamado “Plan de Acción Basura Cero”, para convertir desechos en combustible y en Querétaro procesa más de 80 por ciento de los residuos sólidos de la ciudad.
¿Por qué crecen globalmente estos negocios ambientales? Sucede que quienes dirigen empresas verdaderamente grandes están ocupados en escapar de los impuestos ambientales o “carbon border tax” que preparan tanto el gobierno estadounidense, como el de la Unión Europea.
Con estos, legisladores y presidentes quieren eliminar o castigar con impuestos a quienes hagan productos que ocasionen altas emisiones o contaminen de otra manera.
Crecen las barreras ambientales de entrada para los mercados de naciones desarrolladas, en donde el público exige la descarbonización, el final del uso de combustibles derivados del petróleo.
Los políticos que allá quieren votos se apuran para aprobar normas que vayan en ese sentido.