China y Estados Unidos enfrentan una batalla por el control de la economía y del armamento. Eso metió a varios países en guerra, México quizás tan incluido por su lado tapatío.
Un coche puede tener más de 2 mil semiconductores individuales. Un número similar contiene posiblemente una bomba transoceánica que viaja a una velocidad que multiplica por cinco la del sonido. La inventaron los chinos y no es detectable por radares.
Quien controle los chips, controla la industria y la guerra. Por eso el presidente Joe Biden restringió las relaciones de las empresas tecnológicas estadounidenses con las chinas y premia a quien instale fábricas de chips en territorio estadounidense. Dos están en construcción.
Las empresas de su país son las dueñas de los “planos” de los semiconductores más relevantes.
En México no hay plantas de manufactura de estos productos, pero sí hay al menos un gran Centro de Diseño o Design Center. Es de Intel y está en Zapopan, a un lado de Guadalajara.
Su instalación al inicio del siglo representó una buena noticia, su funcionamiento actual es todavía una mejor, pues muestra la capacidad de ingenieras e ingenieros mexicanos para desarrollar tecnología al más alto nivel en el largo plazo.
El diseño es tal vez más importante que la manufactura del dispositivo. Representa el conocimiento de cómo hacer las minúsculas piezas que permiten fabricar electrónicos cada vez más pequeños, como esas oficinas ambulantes que llamamos smartphones. ¿Cuántos les gusta que tenga uno de esos Alexa de Amazon? ¿Cuántos hay en un quirófano?
El Centro de Diseño de Guadalajara es el único en Latinoamérica que tiene presencia de Intel Labs, su división de Investigación y Desarrollo, una cuarta parte de los empleados ahí cuentan con alguna maestría o doctorado.
Tiene muchas áreas de investigación en 5G, sistemas autónomos, comunicaciones y prototipos de sistemas.
“Este grupo ha estado produciendo una buena cantidad de propiedad intelectual y siendo reconocido con el premio ‘High Five’ a algunos de sus miembros, por producir al menos cinco presentaciones de patentes por año”, informó Intel recientemente, luego de que este centro recibiera en 2022 una inversión adicional de 8 millones de dólares.
Este sitio está lleno de talento. Un restaurante vale por lo que saben los cocineros y en Jalisco “cocinan” cosas difíciles de comprender.
Un vecino de Intel en la zona metropolitana de Guadalajara es IBM. Los tapatíos colaboran en programación de sistemas que ayudan al diseño de servidores de big data.
Esa empresa presentó en mayo el diseño de un semiconductor o chip del tamaño de una línea de ADN (dos micrómetros), tan pequeño que a su lado un cabello parecería un rascacielos frente a una persona.
Es ese conocimiento del que carecen hasta el momento los chinos, que compraban hasta hace poco sus semiconductores principalmente en la isla vecina de Taiwán, nación independiente convertida en la zona de producción de los ‘chefs’ de chips estadounidenses.
¿Recuerdan cuántas declaraciones fuertes ha registrado la prensa recientemente del presidente Xi Jinping pidiendo a Estados Unidos no involucrarse en temas de su vecindario?
Sin estos chips, los chinos no pueden avanzar tecnológicamente. Es un problema grave, muy serio.
Los semiconductores han sido un componente crítico de la industria electrónica desde su primera aplicación práctica con el desarrollo del transistor en 1947, que allanó el camino para la miniaturización de la electrónica.
Cada instalación de diseño y manufactura de estos dispositivos ahora ha cobrado un nivel estratégico en las relaciones políticas de las naciones.
Guadalajara y un puñado de sus habitantes está montada en una gran oportunidad de desarrollo.
También, en medio de un conflicto de intereses que supera el alcance de todo México en su conjunto. Requiere mucho talento del gobierno local y federal aprovechar para bien la coyuntura.