No cuadra: el Gobierno de Estados Unidos y muchos periodistas dibujan un México tomado por la violencia del narco y del crimen organizado, en general.
Pero en sentido contrario, cada vez más estadounidenses cruzan la frontera para vivir o echar fiesta en este país ubicado al sur del río Bravo.
Bajo el contexto de que la vida de todo extranjero corre peligro nomás atraviesa el desierto de Sonora, traten de explicar esta expresión de Joan Bottarini, director de finanzas de la firma global de hoteles Hyatt, cuando ayer daba a conocer los resultados del grupo:
“Una actualización final para compartir, celebraremos nuestro Día del Inversionista el 11 de mayo de este año en Secrets Moxché y Secrets Impression Moxché, dos fantásticas propiedades de lujo con todo incluido en Playa del Carmen, México, donde planeamos expandirnos en muchas de estos importantes temas (de crecimiento). Se compartirán más detalles en las próximas semanas”.
Vaya, una de las más relevantes empresas hoteleras del mundo, invita a sus millonarios inversionistas a jugarse la vida durante unos días, cerca de Cancún, para platicar de cómo el negocio está de vuelta al final de la pandemia.
Ayer también, un artículo de The Washington Post, propiedad de Jeff Bezos, hacía alusión al próximo “carnaval” de spring breakers que saturan habitualmente las playas en pos de fiesta, algunos, y otros en pleno afán de convertirse en aspiradoras de tóxicos durante una semana.
El texto escrito por Hannah Sampson fue titulado: ¿Es seguro viajar a México? Lo que deben saber en anticipo del spring break. https://wapo.st/3I01SDO
“Una serie de titulares recientes antes de la temporada de vacaciones proclamaron que el Departamento de Estado de los Estados Unidos advierte no visitar México” consigna el conocido medio de la capital de Estados Unidos.
“La Embajada y los Consulados de Estados Unidos en México han emitido varias alertas de seguridad desde enero para Ciudad Juárez y varias ciudades en los estados de Sinaloa y Quintana Roo. Reuters informó que un avión de Aeroméxico fue alcanzado por disparos a principios de enero; el aeropuerto de Culiacán fue cerrado por violencia tras la detención del presunto traficante de fentanilo Ovidio Guzmán”.
Esa publicación destaca que a la luz de las autoridades del país vecino, solo hay dos estados mexicanos relativamente seguros: Campeche y Yucatán.
Eso debería asustar a muchos, que deberían reconsiderar comprar un vuelo rumbo al sur.
Pero ese mismo escrito aproxima al público a las razones de que los viajes no se detengan: quizás las matanzas en su propio país familiarizan a los estadounidenses con el flagelo.
“Estados Unidos, por supuesto, tiene sus propios problemas con la violencia; los tiroteos masivos promediaron más de uno por día en 2023 y los homicidios alcanzaron sus niveles más altos en décadas en los últimos años. Otros países, incluidos Canadá, Alemania y Australia, advierten de forma rutinaria a sus ciudadanos sobre los delitos con armas de fuego cuando viajan a los Estados Unidos”, reconoce The Washington Post.
¿Estamos entonces ante una nueva realidad del “Viejo Oeste”?
Los datos evidencian que han llovido visitantes, y la tendencia –amén de las banquetas de la Colonia Condesa y la Colonia Roma en la Ciudad de México– muestra que viene un ‘aguacero’.
Hasta noviembre del año pasado, más de 30 millones de ciudadanos estadounidenses viajaron a México, un aumento de 18 por ciento con respecto al año anterior, resalta el Washington Post.
Aparte, Bloomberg Businessweek México publicó un reportaje en septiembre que muestra el constante arribo de estadounidenses profesionistas que llegan a vivir en México buscando costos de vida más bajos. https://bit.ly/3YYpcZw. No hay noticia de un cambio de tendencia.
El problema real, como siempre, subyace y es enorme: los vecinos ignoran el constante deterioro en la calidad de vida de su población cuya ansiedad aumenta y los mexicanos voltean para otro lado cuando se trata de cuidar el Estado de derecho. En medio están las drogas y un mercado enorme que alguien atenderá, si está dispuesto a asumir el riesgo.
Ahí vienen los spring breakers y todos sabemos que no vienen por una ‘limpia’.