En la loma que representa la frontera entre Monterrey y San Pedro, hoy existe una fila de exóticos edificios que parecen ser construidos uno por semana. Llaman Valle Oriente a esa zona.
En 1994, cuando apenas iniciaba el TLC con Norteamérica, en esa amplia Avenida Lázaro Cárdenas destacaba solamente una agencia Nissan y enfrente, un Chili’s. Luego llegaron los estadounidenses a buscar proveedores y la historia cambió.
Nuevo León vivió un boom como ninguna otra entidad de este país en tan poco tiempo. Grupos locales como Cemex, Vitro, Alfa y Femsa se comieron México y luego debieron salir del país para seguir creciendo. Grandes fortunas nacieron en las faldas del Chipinque.
Bien, ahora acaban de llegar los chinos. Justo cuando hace poco inició un nuevo tratado de libre comercio… y la guerra y la pandemia reiniciaron el juego global.
“Asignamos 400 hectáreas al área industrial”, me dijo ayer César Santos, fundador de un parque industrial ubicado afuera de Monterrey, rumbo a Laredo, Texas. De esas, 300 ya fueron rentadas o vendidas a empresas del país asiático; el resto ya está en firmas.
César, el mayor de seis hermanos en una conocida familia, inició hace más de una década el proyecto de alojar a la industria en el municipio de Salinas Victoria, en un terreno de más de 800 hectáreas, en donde su padre tuvo un enorme rancho ganadero.
Como abogado, se encargó de conseguir permisos de operación y paralelamente reunió a un grupo de jóvenes entusiastas y aventureros chinos que habían emigrado a México. Se convirtieron en su puente a la cultura asiática y en anfitriones para cada potencial inversionista que se acercaba a revisar su propuesta.
El equipo se encargó de recibir, hospedar, llevar a comer y pasear a cada cliente potencial.
El aislamiento de China durante los días de confinamiento, la guerra comercial iniciada por el presidente Donald Trump contra esa nación y la reacción que tuvieron las empresas de Estados Unidos, detonaron la oportunidad que César Santos sembró cuidadosamente.
Terminó fundando Hofusan Industrial Park, asociando a su familia con Holley Group y Futong Group para ese propósito.
Desde hace cuatro años, la coyuntura llamada nearshoring formó una bola de nieve que nadie para en Nuevo León, particularmente en Salinas Victoria a donde han llegado 28 empresas procedentes de China. Aquí publiqué una columna al respecto: https://bit.ly/3IoSOZx.
El punto habría quedado en notas en medios locales o incluso de la capital mexicana. Pero esta semana The New York Times publicó “Why Made in China is Becoming Made in Mexico” o bien, “Por Qué Hecho en China se convierte en Hecho en México”.
Es un capítulo de su famoso podcast The Daily, uno de los más escuchados, en el que el periodista Peter S. Goodman detalla cómo se dio cuenta accidentalmente de lo que llama un nuevo boom en Monterrey. https://spoti.fi/3KqYyEO
Inicialmente acudió a una rueda de prensa en Laredo, Texas, en la que el exalcalde Pete Saenz, todavía en funciones, presumía su legado: convertir ese humilde pueblo en un gigante puerto comercial, incluso de mayor relevancia que el de Long Beach, California.
La razón está en gestiones locales, pero Goodman descubrió también un poderoso socio comercial ubicado geográficamente al sur del río Bravo, que llena anaqueles estadounidenses: Nuevo León. Ahora ya lo sabe Nueva York.
Lo que viene es una posible revolución. Los regios, que suelen ser de fácil sonrisa, conocen a arriesgados chinos como los que firmaron cartas compromiso de inversión de 300 millones de dólares desde su país, cuando todavía no podían viajar, como en el caso de los fabricantes de muebles Man Wah.
¿Los retos? La llegada puede subir salarios y motivar fricciones con sindicatos. Pero hoy existen oportunidades hasta para quien instale el primer local de pato laqueado en Salinas Victoria. Tristemente no en China, Nuevo León, por cierto, un municipio aún desconocido para muchos.