Parteaguas

¿No quieren ser ingenieros de 100 mil pesos?

Hay mucho trabajo para quien sabe de ingeniería petrolera en Schlumberger, ahora SLB; en Halliburton o en Opex y Weatherford.

No quieren ser ingenieros… de estos. Empezando porque quien imparte las ingenierías las promueve como si estuviéramos aún en el siglo XX. Hay mucho trabajo para quien sabe de ingeniería petrolera en Schlumberger, ahora SLB; en Halliburton o en Opex y Weatherford… son empresas de las que quizás no escucharon antes, pero sin estas, probablemente no habrían cargado su celular hoy.

Son empresas ricas, al menos relativamente. SLB reportó 906 millones de dólares a sus accionistas en los primeros tres meses del año. En promedio, unos 10 millones de dólares diarios para sus accionistas o dueños.

Sus empleados ganan en promedio 66 mil dólares al año, de acuerdo con documentos que entregan al mercado de valores. Eso es como unos 100 mil pesos por mes.

SLB, Weatherford, Opex y otros, son empresas de servicios, atienden a clientes gigantes como Pemex en la perforación de pozos petroleros que terminan en gasolina para su coche o en gas para plantas de electricidad de la CFE.

Pero no consiguen suficiente personal porque los han “estigmatizado”, advierten sus directivos. Sin gente, nada camina.

¿Solo es para ‘ingenieros’?

Hay un asunto con el lenguaje. La institución más reconocida en México que ofrece estudios en ingeniería petrolera es la UNAM. Así ofrece esta opción educativa en su sitio web:

“El ingeniero petrolero:

Desarrolla métodos y aplica técnicas para explotar racionalmente los yacimientos de hidrocarburos, buscando siempre el beneficio social, ambiental y económico del país.

Produce, optimiza y cuida el recurso petrolero con una visión de desarrollo sustentable.

Posee conocimientos del contexto energético nacional e internacional”.

A decir de las empresas que los contratan, en ese texto puede haber dos errores. Uno, el lenguaje inclusivo. El 20 por ciento de quienes estudian esta carrera son mujeres. Seguramente puede hacerse algo al respecto. El plural ayudaría a que hubiera más ingenieros e ingenieras.

Pero dejemos eso por un momento. El mayor de los obstáculos para que más gente se involucre en este negocio está en la limitación de alcance de lo que ofrece la academia.

César Granados, director de Opex, sugiere borrar barreras. Las personas que se gradúen van a resolver un problema único que es la demanda de energía de la gente.

Extender los programas y llamarlos “ingeniería en energía y petróleo”, incluyendo la enseñanza de técnicas en energía renovable, iría acorde no solo con lo que buscan quienes estudian, sino también con lo que necesitan empresas de este calibre. Eso contribuye a dar una visión de largo plazo a las personas que inician su ruta profesional.

Lo más cercano en la UNAM a esa visión holística en la profesión de ingeniería petrolera es este detalle: “(Quien se gradúa) participa además en la explotación de yacimientos geotérmicos para la generación de energía eléctrica”.

¿Son un problema o parte de la solución?

Ustedes conocen otros argumentos en contra del negocio petrolero que provoca su estigmatización.

El planeta se calienta en parte por la perforación petrolera y el uso de los derivados que surgen a partir de esa industria.

Pero tan cierto es eso como el inicio de un esfuerzo por sacudirse el peso de esos señalamientos:

En 2022, SLB puso en marcha la sostenibilidad en toda la organización, empoderando equipos locales para establecer estrategias, lo que incorporó una inversión de 25 millones de dólares en cerca de 300 proyectos.

Incentivaron a su fuerza laboral para minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero, desarrollaron una estrategia para calcular las emisiones evitadas por los clientes e incorporaron la sustentabilidad en el desarrollo de productos.

Hoy, todo tiene que ver con innovación para reducir la huella de carbono, sostiene Sonia Castellanos, directora de SLB en México.

Hermés Aguirre, vicepresidente de Halliburton en México, advierte un camino claro que ya recorre su gremio: el de la transición energética. Unos 30 años al menos le quedan a este negocio, asegura el experimentado directivo, pero la tarea de reducir la cantidad de carbono en el ambiente ya inició. Esta empresa se enfoca en parte en una solución para capturar el CO2 y “enterrarlo” en el subsuelo para siempre, de donde no debería salir más. Puede que esas tareas incentiven a la gente más joven a acercarse, para ayudar con el problema.

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