No hay duda. Ustedes conocen un caso y yo les propongo, por principio, lo que hace en Boston, Andrey Zarur, un químico graduado por la UNAM. Busquen Greenlight Biosciences.
¿Puede México generar tecnología? Eso es otra cosa. Hay gente lista para conseguirlo. Revisen sus contactos.
Hasta el año pasado había 55 mil mujeres y 287 mil hombres formados en tecnologías de la información, según el Inegi. Ojo, que eso no cuenta a químicos, físicos, biólogos, médicos y otros científicos con habilidades de creación.
Hay muchos entrenándose por su cuenta en casi todo tipo de conocimiento relacionado con la economía digital.
También hay datos y los aporta Coursera, una plataforma educativa en línea que presume de tener en su base de datos 5.7 millones de aprendices de México.
“Los estudiantes mexicanos ocupan el puesto número 4 en el mundo en habilidades tecnológicas, con puntajes de vanguardia en informática teórica (96 por ciento), redes informáticas (96 por ciento), bases de datos (97 por ciento) y sistemas operativos (97 por ciento)”, detalla la compañía basándose en información interna de sus alumnos. Flaqueamos en lo que ya sabemos. Los mexicanos son buenos para la chorcha, pero tienen poca tolerancia al rechazo y al fracaso, probablemente.
La cosa es que sacan la vuelta a las ventas y a las matemáticas. “La ciencia de datos es otra área de fortaleza con puntajes de vanguardia en todas las habilidades, excepto matemáticas (36 por ciento) y aprendizaje automático (16 por ciento). Las habilidades comerciales marcan el área más grande para mejorar, siendo la comunicación (93 por ciento) y la contabilidad (73 por ciento) las excepciones”, explica Coursera en su reporte Global Skills Report.
¿Pueden los mexicanos crear… y vender tecnología? Conviene una respuesta ante el contexto. Ayer fue liberado el resultado de un análisis hecho entre el Inter-American Development Bank (IDB) y el medio estadounidense Techcrunch.
¿Qué está pasando?
De acuerdo con los resultados de esa investigación, se multiplicará por 20 el dinero que apostarán fondos de capital privado por deep tech startups en Latinoamérica.
¿Y qué es deep tech o tecnología profunda?
“Las empresas de tecnología profunda se basan en descubrimientos científicos tangibles o innovaciones de ingeniería. Están tratando de resolver grandes problemas que realmente afectan al mundo que los rodea”, propone como definición Techcrunch.
“Por ejemplo, un nuevo dispositivo médico o técnica para combatir el cáncer, análisis de datos para ayudar a los agricultores a cultivar más alimentos o una solución de energía limpia que intente disminuir el impacto humano en el cambio climático”.
De eso hay muy poco en México.
Va un ejemplo: Partanna, una empresa nueva, crea hormigón con emisiones de carbono negativas utilizando desechos de producción de acero y salmuera de plantas de desalinización para reemplazar el cemento Portland, que contribuye con el 8 por ciento de las emisiones globales de carbono.
El proceso de Partanna necesita una energía adicional mínima y absorbe dióxido de carbono 100 veces más rápido que el cemento normal durante el curado, lo que lleva a un producto final sin carbono.
Las startups de biotecnología son los principales creadores de valor en el sector de tecnología avanzada en Argentina (80 por ciento) y Brasil (68 por ciento); en Chile aporta 24 por ciento.
México no figura, de acuerdo con el estudio. Acá muchos siguen buscando marketplaces y nuevas figuras fintech. La aportación de valor respecto a lo que hay es mínima.
Quizás convenga que los directivos de empresas escuchen a sus gerentes, ahí puede haber oro, si saben poner atención. De pronto, eso puede generar una ruta de acceso al capital que según el IDB está en marcha hacia el sur.