También hay goles que entran de chiripa, pero difícilmente esas anotaciones hacen campeones. Si conocen a alguien que sepa de negocios en México, algo les dirá hoy sobre el nearshoring como una gran oportunidad para México.
De ser el caso, los primeros en beneficiarse deberían ser los grupos industriales nacionales, aquellos metidos de cabeza en la producción de piezas para coches, por ejemplo.
El grupo Kuo enfrenta retos. Sus acciones bajaron de precio 15 por ciento con relación a 2018 y 14 por ciento respecto a 2022. Grupo Industrial Saltillo apenas mantiene el valor que tuvo el año pasado.
Esos datos lucen raros. Serían el tipo de empresas que despertarían la ambición de inversionistas ávidos de beneficiarse del repunte de manufactureras mexicanas subidas a una ola de optimismo por las fábricas. Pero no reflejan entusiasmo comparable con quienes hablan del nearshoring como una época dorada.
Atención, no es que nada aporte esa lógica de acercar a Norteamérica la producción de cosas que antes se hacían en Asia. Sí impacta. La pregunta: ¿A quién?
Los chinos que se instalan en Salinas Victoria, Nuevo León, invierten cientos de millones de dólares en plantas como la que produce equipo para jardines bajo la marca de Daye, originaria de la provincia costera de Yuyao, Zhejiang, China.
¿Han visto esas pistolas que se usan en el extremo de la manguera, para que salga el agua a presión? Además de eso, hacen portamangueras, temporizadores...
Otra china, Xinyatong Metal Manufacture, junto con una compañía llamada Buchanan Group, instalarán una nueva planta de 100 millones de dólares para fabricar piezas de carrocería automotrices y ataúdes para servicios funerarios en Ticul, Yucatán.
Ese tipo de producción es congruente con versiones de promotores de inversión en el Bajío que platican acerca de inversiones llegadas de Asia que no necesariamente traen acá lo mejor de allá. Más bien pretenden aumentar la producción porque de aquel lado del mundo ya no se dan abasto.
Tantas cosas les piden los consumidores árabes y orientales en general, que necesitan más infraestructura para seguir atendiendo a clientes norteamericanos. Muchos son productos muy básicos, como los motores para esos ventiladores de “torre” vertical y para esa producción sí buscan instalarse en México.
Vaya, esas inversiones son productivas y cambian la vida de muchos habitantes de Salinas Victoria o de Ticul. ¿Qué tanto pueden cambiar el destino de México? Habrá que esperar indicadores más contundentes que esas recientes previsiones de analistas que estiman un crecimiento del 2.5 por ciento para la economía nacional en 2023.
No es que la manufactura esté dormida o que no haya oportunidades. Pero hay que hacer una evaluación honesta. ¿Estamos listos para traer lo mejor de las fábricas globales? ¿O nos quedamos con lo que cae ‘de chiripa’?
Nuevo León y Yucatán, entre otros estados, buscan activamente inversiones, pero se extraña la participación federal para unir estrategias y generar clusters que aporten una tracción superior a la que brinda la circunstancia de tener bajos salarios cercanos a Estados Unidos. Mientras acá las empresas manufactureras parecen estancar o reducir su valor, hay índices que evidencian que hay fiesta en otras regiones.
Vanguard Industrials es un “combo”, un grupo de empresas mayoritariamente estadounidenses contenidas en un Exchange Traded Fund o ETF y que en conjunto ya tienen un valor superior al que tenían antes de la pandemia. Quienes invirtieron en este paquete, en un solo año contado hasta ayer ganaron 23 por ciento.
Este ETF incluye a compañías como Boeing, Automatic Data Processing, Raytheon Technologies Corporation, entre otros.
Recordemos que el nearshoring también lleva inversiones a Estados Unidos, país que parece sacar una mejor tajada. Esta tendencia puede ser un buen negocio. Conviene procurar que lo sea también para empresas mexicanas.