Acapulco, Guerrero, fue abandonado. No solo por este gobierno, sino desde los anteriores. El huracán Otis solo terminó lo que el terremoto del crimen organizado anticipó. En ese puerto hay que comenzar de cero.
Apremia ayudar a las familias dolidas por la gente que les falta, estabilizar su situación, curar a sus enfermos. Pero paralelamente luce necesario un plan de largo plazo.
Guerrero es vecino de un estado que sí recibió gran parte de la atención de la Presidencia cuando puso sus ojos en el sureste. Oaxaca obtuvo junto con Veracruz los beneficios del proyecto del ‘Corredor Interoceánico’ que instaló vías y nueva infraestructura en los puertos para conectar el Pacífico con el Atlántico a través de México.
Tabasco ganó una refinería y los tres estados de la península de Yucatán, nueva infraestructura ferroviaria, que les vinculará con Chiapas.
Campeche rompió una racha de caídas; Yucatán, Quintana Roo y Tabasco están en su mejor momento económico, revela el Índice Trimestral de Actividad Económica (ITAEE).
¿Y Guerrero? Datos disponibles hasta junio indican que seguía estancado y no había regresado a los mejores días que vio su gente por ahí de 2018, de acuerdo con cifras del Inegi. Probablemente eso estaba a punto de cambiar.
Datos de OMA, compañía que administra su aeropuerto, revelan que este año Acapulco batiría récords históricos de recepción de pasajeros.
Recibió de enero a septiembre 786 mil personas; eso es más que los 654 mil que sumaron los visitantes en los mismos meses de 2019, justo antes de la pandemia y que habían significado una marca sin precedentes.
Pero naturalmente, amén de los hoteles destruidos, el aeropuerto mismo no puede operar normalmente por los daños ocasionados por Otis. No cerrará bien el año.
Ayer en su columna Coordenadas, Enrique Quintana detalló que hay algo de dinero para recuperar lo urgente, pero no es suficiente. Especialistas calculan la necesidad de invertir 15 mil millones de dólares, unos 270 mil millones de pesos, en la reconstrucción.
Es una cifra 13.5 veces superior a la que tiene el país en sus fondos de emergencia. El faltante van a pagarlo, si pueden y quieren, comerciantes, restauranteros, hoteleros y aseguradoras que cubrirán gastos de ellos y de propietarios de inmuebles, entre otros.
¿Pero queremos que Acapulco vuelva a lo de siempre? El turismo ya no da. Hasta ahora parte de su gente fue tentada por actividades delictivas y en los montes de Guerrero hay familias que no ven de otra más que la de sembrar plantas para producir opioides.
Muchos acapulqueños que perdieron todo emigrarán quizás a la Ciudad de México.
Pero una mirada de largo plazo permite visualizar una eventual recuperación, como la que tuvieron los barrios del Centro Histórico, la Roma y la Condesa en la capital del país después de los terremotos de 1985 y 2017.
Lo mismo muestra la experiencia de la lejana bahía de Phuket, en Tailandia, devastada por el Tsunami de 2004 que algunos recordarán y que se volvió ahora el centro de recreo de cientos de miles de rusos que salieron de su país cuando inició la guerra contra Ucrania.
Lo que tiene es un boom inmobiliario detonado por su alta demanda.
Acapulco también tiene una demanda importante que provocó hasta el primer semestre de este año un alza anual de 15 por ciento en el valor de sus viviendas, dice la SHF.
¿Cómo pueden aprovechar mejor los locales el valor de esa plaza con negocios legales?
La gente puede prepararse de forma relativamente rápida y económica en servicios de mantenimiento de inmuebles, incluso en programación de software que proponga servicios de tecnología en comercialización de ‘depas’, apoyados con inteligencia artificial.
Todo eso que parecía complicado ahora es relativamente fácil conectándose a internet.
En México, Amazon (AWS), Google y Microsoft requieren servicios básicos que pueden proveer personas con conocimientos que pueden adquirir en meses. La ahora secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, se enteró de eso durante su gestión en la Secretaría del Trabajo y mexicanas fuera del gobierno, como Luz Margarita Saucedo, Mercedes de la Maza y Beatriz Coll, pueden aportar ideas. Es cuestión de querer brindar nueva luz a Acapulco y a todo Guerrero… y brindarla rápidamente.