Al presidente le ponen muy contento las remesas. Mientras más dólares envían los paisanos a sus familiares, más satisfacción muestra él:
“Cuando la pandemia, no dejaron solos a sus familiares, enviaron sus apoyos, sus remesas y siguieron ayudando. Es un fenómeno y es parte de lo amoroso que es el pueblo de México”, expresó Andrés Manuel López Obrador la semana pasada, y añadió:
“Este año se estima que vamos a rebasar los 63 mil millones de dólares en remesas, récord, nunca visto, tenemos un incremento con relación al año pasado de 10 por ciento”.
Bien, señor presidente. Si usted está contento, debe ver cómo andan los de Walmart, los de Chedraui, incluso los norteños de Soriana. Esos envíos de dinero tienen razones más profundas que la solidaridad, además, su destino parece sacudir los negocios.
Primero, lo primero. ¿De dónde salen tantos dólares? Principalmente, de las cuentas de gente de ascendencia mexicana que vive en Estados Unidos.
Muchos de ellos recibieron cheques de 300 dólares semanales durante la pandemia, independientemente de su situación económica, como todos los demás habitantes de ese país. Fue un ‘regalo’ del gobierno para que no la pasaran tan difícil con los confinamientos.
Una buena cantidad de ellos guardó dinero.
La revista The Economist en su versión norteamericana abordó el asunto este mes al explicar por qué mientras las autoridades financieras tratan de detener la economía, ésta sigue en boom.
La Reserva Federal impuso las tasas más altas que se han visto en 15 años, los estadounidenses enfrentan créditos más caros para comprar casas, coches y todo lo que les gusta; pese a ello, muchos siguen comprando y la economía de los vecinos crece casi al 5 por ciento.
“Sus consumidores han estado gastando el dinero que acumularon durante la pandemia gracias a las donaciones y quedándose en casa. Se esperaba que esos ahorros excedentes ya se hubieran agotado”, explicaron los intrigados editores de The Economist.
“Pero datos recientes sugieren que a los hogares todavía les queda un billón de dólares (one trillion)”, añadieron. En Estados Unidos hay todavía piscinas de dinero en las cuentas bancarias, un poco de eso cae en México, a decir de las remesas.
El gobierno mexicano puede recoger directamente algo una vez que cruza la frontera y es convertido en pesos. ¿Cómo? Por la vía de los impuestos IVA e IEPS que todos pagan al consumir en el súper y en el resto del mercado formal.
Sucede que el dinero de las remesas va primordialmente al consumo, a pagar lo que urge. Se va en lo que la gente gasta a diario.
¿Qué dicen los datos del equipo del presidente? Que a cinco años de gobierno, en este 2023 cobra 9 por ciento más por la vía de esos impuestos respecto a lo que cobraba el gobierno en 2018, de acuerdo con lo que reporta Hacienda, con datos a septiembre.
Esa subida no resolvió las necesidades del gobierno que planea echar mano de fideicomisos y de deuda, aumentando su déficit para cubrir sus gastos en 2024.
Pero por otra vía, los ingresos de Walmart de México, Soriana y Chedraui aumentaron 44, 11 y 112 por ciento en cada caso. Todo en términos nominales.
Chedraui se disparó aprovechando la coyuntura de empresas baratas y lluvia de remesas, y se lanzó a adquirir el club de precios Smart & Final y también la compañía Tiendas de Descuento Arteli. Con ello rebasó a Soriana por monto de ventas, en un claro ejemplo de cómo los envíos de paisanos revolucionaron el negocio de las tiendas en México.
Walmart respondió iniciando una seria competencia en en servicios de salud –gasto recurrente de familiares de los paisanos– apostando a consultorios al estilo ‘Dr. Simi’ y reveló proyectos en zonas de reciente desarrollo económico, como Yucatán, en donde planea invertir mil 275 millones de pesos en 28 nuevas tiendas. Solo Soriana parece rezagarse frente a estos dos competidores.
Es evidente que las remesas ayudaron a los paisanos y a los accionistas de cadenas de tiendas de autoservicio.
Pero no hay muchas muestras claras de beneficio para el gobierno, tal vez afectado por una caída en el tipo de cambio de un dólar debilitado justamente por su abundancia en el mundo. Muchos dólares que ya no son tantos pesos. O quizás, es un asunto de eficiencia.