Somos feroces. En el español que usamos, un fracaso significa malogro, el resultado adverso de un negocio; fiasco, derrota, decepción. Un suceso lastimoso y funesto. La ruina. Quien fracasa en México es un ‘fracasado’.
En California y Nueva York, los fracasos se coleccionan como tabiques de construcción de grandes proyectos.
Se llama Peregrine la pequeña nave espacial que transporta hacia la Luna cinco pequeños robots del proyecto Colmena hechos por unos 250 alumnos de la UNAM. Pero los artefactos no llegarán a su destino porque falló una válvula, una condenada valvulita.
Por eso fracasó su propietaria, la empresa de Pittsburgh llamada Astrobotic, que hace el servicio de mudanza a esa universidad y al gobierno de México. Hoy, Peregrine navega en el espacio profundo en espera de que se acaben sus recursos de energía. Pese a que el lío es extraterrestre, los argumentos lucen mundanos:
“Una válvula entre el presurizador de helio y el oxidante no logró volver a sellarse después de su activación durante la inicialización. Esto provocó una ráfaga de helio a alta presión que aumentó la presión en el tanque del oxidante más allá de su límite operativo y posteriormente rompió el tanque”, expresó Astrobotic.
Para quienes recién llegamos a la industria espacial puede resultarnos odioso el nivel de perfección que debe alcanzar un proyecto para no agüitar a una nación como, digamos, México, en su ambición de alcanzar la Luna.
¿Porque sí fallamos, no?
¿Fracasamos? En esta industria que promete volarnos la cabeza a partir de este año, las cosas no son blanco o negro.
El lanzamiento fue exitoso
Para que la nave Peregrine llegara al espacio fue necesario que la compañía privada ULA (propiedad de la atribulada Boeing y de Lockheed Martin) la sacara de la Tierra en su cohete espacial llamado Vulcan Centaur.
Y para que Vulcan Centaur despegara y superara la atmósfera, requirió de nuevos motores Glenn hechos por Blue Origin, perteneciente a Jeff Bezos. La combinación fue exitosa, lo que asegura que ya hay una nave capaz de sacar al espacio otra más pequeña con posibilidad de llegar a la Luna.
Si bien la de Astrobotic no podrá hacerlo esta vez por falta de energía ahora que su combustible se dispersa por el universo, la empresa de Bezos ya prepara su propio transporte Blue Moon MK1 capaz de alunizar con tres toneladas de carga.
¿Sí, pero el de la UNAM?
Está claro que el proyecto Colmena no llegará a la Luna en 2024, pues a su ‘taxi’ se le acabará la energía en unas horas más. Pero el inconveniente no detiene el proceso.
Saquen sus conclusiones de los argumentos que me expuso ayer Gustavo Medina Tanco, quien encabeza este esfuerzo nacional en LINX, Laboratorio de Instrumentación Espacial de la UNAM, en donde los robots fueron fabricados y probados:
Uno: “50 por ciento de los objetivos de desarrollo tecnológico de Colmena para el diseño y construcción de la segunda misión lunar de LINX, Colmena 2 (en la cual ya se está trabajando y se prevé para 2027), fueron logrados con los hitos de construcción de este innovador sistema y su validación experimental y certificación en tierra, en México y EU”.
Dos: “Estando el Peregrine en espacio profundo, y dada la situación actual, estamos comenzando a realizar con Colmena una serie de pruebas para operar en dichas condiciones, donde nunca se ha operado esta tecnología miniaturizada. Estas condiciones (...) ya son sumamente similares a las de la superficie de la Luna, y nos permitiría cumplir con otro 25 por ciento de suceso (éxito) de Colmena”, expuso Medina Tanco.
La Colmena mexicana continúa su avance pese a los problemas, en medio de una actividad frenética espacial, junto con, o más allá de aproximaciones a la Luna de SpaceX, de Elon Musk.
Esperen entre otras cosas para arrancar el año: Este mes Axiom enviará a un grupo de civiles a la Estación Espacial Internacional; Japón intentará alunizar un vehículo. Y en febrero Intuitive Machines hará lo propio.
Producto de la falla de Astrobotic, la NASA retrasó ayer para 2026 el potencial regreso de los humanos a la Luna y sí, eso duele para quienes estamos ansiosos por presenciar a distancia el suceso. Pero así es la industria espacial y conviene acostumbrarse.