¿Quién es un veterano? Establezcan ustedes la edad, pero el acuerdo general es que los veteranos no son los más jóvenes.
Los veteranos están (o estamos) en el poder y lo ejercen. ¿Lo hacen de manera responsable?
En Estados Unidos, Joe Biden, de 81 años, sacude la paz mientras apoya una guerra contra todos los palestinos, pese a que el enemigo de Israel es solamente Hamás. En México, Andrés Manuel López Obrador, de 70 años, respalda a Pemex, pese a que esta empresa ya no mantiene las finanzas públicas y cada vez ofrece menos empleos.
La mitad de su país apoya a cada uno. La otra mitad podría cuestionar su responsabilidad frente a quienes son mayoría, pero carecen de poder: los más jóvenes ¿o los novatos?
La mitad de allá apoya el regreso de Donald Trump. The Washington Post revisó las elecciones de este fin de semana y propuso ayer: “Vean las fortalezas y debilidades de cada candidato republicano según una encuesta estatal realizada a los habitantes de Iowa cuando ingresaron a las asambleas electorales del lunes”.
Apenas 9 por ciento de quienes acudieron al llamado de ese antiguo partido tienen entre 17 y 29 años. De ellos, solo el 22 por ciento votó por Trump, el resto, por los otros precandidatos.
Los mayores de 65 conformaron el 41 por ciento de quienes acudieron a las urnas del Partido Republicano para elegir a su candidato a la presidencia. Un 58 por ciento de ellos quieren de vuelta al expresidente.
¿Es una selección sensata? En Europa temen que Trump, de 77 años, rompa definitivamente la unión de naciones que permitió el final de las guerras entre occidentales, la OTAN. También advierten que su regreso puede significar la repetición de ataques comerciales mediante impuestos y aranceles que desestabilizan la economía del mundo.
El mismo exmandatario dijo que de regresar, sí podría ejercer medidas dictatoriales, pero “solo por un día”.
Pertenece a una generación que celebró la gloria de los años de Ronald Reagan y persigue aquellos tiempos pese a la imposibilidad de viajar al pasado.
Aquí, quienes gobiernan añoran la fiesta del desarrollo estabilizador de Adolfo Ruiz Cortínes que permitió una bonanza hoy visible en colonias irrepetibles como Polanco, Lomas y Pedregal, o las sampetrinas Valle y Olinalá, enclavadas en bellas montañas.
Lo merecieron tanto como los nuevos merecen una casa propia que se les niega.
En México, unos 10 millones de los nacidos en este siglo ya tienen más de 18 años y pueden votar.
A estos herederos de la irresponsabilidad de José López Portillo y la mediocridad tecnócrata iniciada en el sexenio de Miguel de la Madrid, les prometen que tendrán una pensión equivalente al 100 por ciento de su salario cuando se retiren.
Antes deben jubilarse millones de veteranos, ya una vez que ellos cobren del dinero de los jóvenes, los otros verán qué queda. Es fácil olvidar que el gobierno vive de la gente, no al revés. Los funcionarios han probado durante sexenios que no saben generar riqueza.
A tomar en cuenta: ya en este 2024 el gobierno pidió 7 mil millones de dólares prestados porque no alcanza el dinero. Una cosa llamada déficit fiscal que representa el adeudo anual del erario, empezó a crecer, otra vez después de años.
En Estados Unidos, las más nuevas empresas piden reformas para facilitar la inmigración, la entrada de trabajadores y talento que permitan a ese país crecer más. Los fieles a Trump las niegan.
En México, la Presidencia prepara un paquete de reformas que prometen una vida mejor. Eso es bueno. La clave está en saber de dónde saldrá el dinero. Eso es riesgoso.
Al menos en Estados Unidos el veterano presidente actual empuja reglas para dañar menos el ambiente. En México no hay a la vista cambios legales que persigan la reducción radical de emisiones. El planeta se calentará más. Afortunadamente para entonces los veteranos, ya se habrán (o nos habremos) ido.