Como ustedes andan con lo de las elecciones de este año, se están perdiendo lo que ocurre en el ambiente de las startups.
Si son de los que aún están planeando la idea millonaria de una app, es posible que se encuentren con que el juego se acabó.
En realidad, terminó en 2022, cuando menguaron las historias de unicornios validadas por cuentos de crecimiento explosivo centrados en una palabra: “escalabilidad”. ¿Cuántos unicornios mexicanos nacieron en 2023?
Es 2024 y la realidad muestra que las inversiones en nuevas empresas (eso que los vecinos llaman venture capital) marginan aquello de logos coloridos y nombres catchy que persiguen cheques de mil millones de dólares.
Esa actividad regresó a la adultez y mucho de lo que atrae interés de inversionistas tiene que ver con hacer negocios entre empresas, no necesariamente con peatones y mortales.
El más reciente reporte de la consultora Rión y Asociados brinda algunos detalles.
Las cuatro transacciones de venture capital más relevantes enlistadas en diciembre reúnen a emprendedores probablemente talentosos, pero involucrados en temas francamente aburridos, urgidos de innovación:
Van: Kapital México, fintech mexicana dedicada a prestar servicios financieros a medianas y pequeñas empresas, cerró una ronda de inversión Serie B por 40 millones de dólares, liderada por Tribe Capital.
Otra es Solvento, otra empresa nacional que provee servicios de factoraje para propietarios de camiones, que cerró una extensión de 3.5 millones de dólares de su ronda de inversión semilla, liderada por Quona Capital.
Hay dos más: Nonco, empresa estadounidense dedicada a brindar servicios de corretaje de activos digitales, que cerró una ronda de inversión semilla por 10 millones de dólares en la que participó Lvna Capital, de México; y Piper, una española de inteligencia artificial especializada en la automatización de tareas, cerró una ronda de inversión por 3.2 millones de dólares en la que se involucró la mexicana IGNIA Partners.
¿Quieren más evidencia? Vean lo que comunicó Cemex esta semana. La gigante cementera de origen regiomontano avisó que en 2023 hubo un ligero incremento del 3.5 por ciento en acuerdos de inversión en compañías de tecnología de la construcción (contech).
Pero el monto invertido en estas sumó 3 mil 30 millones de dólares, una caída de 44 por ciento respecto a 2022. Vaya, hay más tratos, pero sensiblemente más baratos.
En su informe, esa compañía encabezada por Fernando González enlistó los nombres de “las 50 startups de contech más prometedoras” de este año.
Entre ellas, Agave, una herramienta de integración de datos entre sistemas como contabilidad en la nube; y Alcemy, que utiliza aprendizaje automático y tecnología de control para predecir las propiedades de calidad del cemento y hormigón. Su objetivo es optimizar la calidad y los costos de producción y reducir las emisiones de CO2.
¿Hay todavía nichos divertidos? Sin duda.
Al inicio de este año, Scott Galloway, el polémico multimillonario e inversionista profesor de la NYU, destacó que la situación de millennials impedidos de comprar su propia casa abre oportunidades para ciertos negocios.
Ellos enfrentan tasas altísimas combinadas con la inestabilidad laboral, quizá por eso prefieren vivir solos o en familias pequeñas. Para ese mercado hay que crear nuevas casas.
El negocio es atendido por nuevas firmas como Agorus, dedicada a la construcción de viviendas utilizando software propio y robótica avanzada; y claramente por ARCbuild, que construye viviendas modulares de acero prefabricadas, autosuficientes y fuera de la red, para quien quiera instalarse en el bosque, lejos de todos.
También, Automated Architecture (AUAR) del Reino Unido, que utiliza el diseño generativo y aprendizaje basado en datos para construir una red de microfábricas descentralizadas para viviendas sostenibles de madera.
Para ese sector, en ese negocio, todavía hay espacio para aquellos entusiastas de algo parecido a las apps, si aceptan valuaciones que tal vez no alcancen los mil millones de dólares.