¿Quién está viejo? En los gimnasios hay mucha gente que ya acumula unas seis décadas en el planeta, pero se mueven como quien está listo para irse trotando a su casa.
Claudia Sheinbaum, que cumplirá 62 en el verano, quiere asumir un trabajo de 24 horas; su contrincante Xóchitl Gálvez, también en sus sesenta, cruza Paseo de la Reforma en bicicleta. Más al norte, la cosa es aún más dramática. Los dos evidentes candidatos a la presidencia de los Estados Unidos podrán llamarse octogenarios durante su gestión. ¿Son ‘viejos’?
Ya sabemos que la atención y tecnología de la salud avanza y que hay promesas de que quienes hoy andan en sus cuarentas o son más jóvenes, tendrán serias posibilidades de llegar a los 100.
Sucede que, a decir de cifras oficiales, algo aprendimos ya para burlar la muerte.
En México morimos a una velocidad de 96 por hora, de acuerdo con estadísticas de defunciones registradas y recopiladas por el Inegi que contabilizaron 847 mil muertes en 2023. Son 100 mil más que en 2019, antes de la pandemia.
Pero el modo de morir cambia lentamente. Las enfermedades del corazón y la diabetes son las principales causas de fallecimiento, no obstante, ambas bajaron respecto al año pasado. A diferencia de la tercera razón, el cáncer, que sigue subiendo.
¿Llevamos ahora una mejor dieta? ¿Hacemos más ejercicio? ¿Y si surgen mejores tratamientos contra tumores, qué va a ocurrir con quienes llegan a los setenta, ochenta?
‘Por qué no debes retirarte nunca’
Como si hubiese sido escrito por Carlos Slim, de 83 años, un artículo de The Economist fue publicado ayer bajo ese título.
“Algunos simplemente no se dan por vencidos. Giorgio Armani se niega a renunciar a su puesto de director ejecutivo de su casa de moda a la edad de 89 años. Ser el segundo hombre más rico de Italia no ha mermado su ética de trabajo.
“Charlie Munger, compañero de Warren Buffett en Berkshire Hathaway, trabajó para esta potencia inversionista hasta que murió a finales del año pasado a la edad de 99 años. El propio Buffett se mantiene fuerte a los 93 años”, advierte la publicación inglesa.
Ricardo Salinas Pliego a los 68 años sigue gobernando sus empresas y haciendo pedazos con ‘tuits’ a sus detractores en X. José Antonio El Diablo Fernández Carbajal a sus setenta impulsa, entre otros negocios, el OXXO hacia otros países.
Cito de nuevo a The Economist: El arco de la vida corporativa solía ser predecible. Asciendes en la escala profesional, adquiriendo más prestigio y salarios más altos a cada paso. Luego, cuando tenías poco más de 60 años, había una fiesta de jubilación el viernes por la tarde, tal vez un reloj de oro, y eso fue todo”.
“Renunciar significa dejar el centro del escenario: el ocio te da todo el tiempo del mundo pero tiende a marginarte porque ya no estás en el juego”, dice The Economist.
¿Quién paga el costo?
¿Existe un costo de una decisión de no retirarse? La citada revista expone cómo en las empresas tecnológicas los directivos suelen retirarse para dar paso a los más ágiles (¿Conocen a Bill Gates, de 68?).
No estoy seguro de que deba ser así. Es justamente la aceleración de la tecnología la que demanda más gente disruptiva para aumentar la velocidad en esta locura que llamamos evolución, que hoy va en el capítulo de la IA.
Pero sí existe, empero, un costo en jubilarse. En México será de 2 billones de pesos solo en 2024, que es lo que gastaremos de nuestro dinero entregado a la Secretaría de Hacienda para pagar todo tipo de pensiones que se llevarán ese pedazo de los 9 billones con los que contará el gobierno.
Esos dos billones son un gran mercado, por cierto, que podrían aprovechar justamente quienes no quieran retirarse. Ese grupo está más capacitado para sacar jugo al negocio.