Son 571 dólares, aproximadamente 10 mil pesos. Si el gobierno repartiera 20 mil millones de dólares entre los 35 millones de menores de 20 años de este país, a cada uno le tocarían 571 dólares.
Atención, estudiantes. ¿Por qué esa cifra? Porque de acuerdo con especialistas, es lo que costó cada una de las obras emblemáticas de este sexenio, tren o refinería, por ejemplo. Es un punto de partida para discutir cuánto y cómo vamos a dar becas a los estudiantes de México.
Es lo que propone la iniciativa de reforma 3, de acuerdo con lo que expuso ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador, dentro de un paquete de modificaciones a la Constitución que pretende llevar al Congreso:
“Reforma 3: Se entregarán becas a estudiantes de todos los niveles”.
Aquí no van a leer quejas al respecto, por el contrario. Si han pasado antes por esta columna, ya saben lo que ésta defiende.
Si cada niña o niño recibe 571 dólares durante un plazo de seis años, que es lo que tardaron en construir los proyectos de AMLO, los beneficiados serán el Walmart y el OXXO. Todo junto es una friolera, repartido no cambia la vida de una casa.
Si les dan más, no hay manera de pensar en grandes obras de infraestructura para el próximo sexenio. Ya debemos más de 100 mil millones de dólares de Pemex.
Pero este dilema no implica parar las becas. Es la mejor iniciativa del presidente. Los estudiantes deben luchar por ella, deben pelear por recursos si de verdad aspiran a conseguir algo de lo que les prometen Instagram y TikTok.
Las empresas antiguas –como las armadoras de coches que tienen trabajando a medio Querétaro y Chihuahua– tienen más competencia y eso les obliga a reducir sus costos para ganancias. Limitan el salario de sus empleados, pagan poco a las autoparteras y éstas a sus trabajadores. Dan trabajo y qué bueno, vaya.
Pero de ahí no va a salir la prosperidad para todos que promueven Bad Bunny y Peso Pluma.
¿Entonces de dónde? De trabajar para la nueva economía y de ser posible, crear empresas tecnológicas.
Lean ustedes mismos: “La mediana de la remuneración total anual de todos nuestros empleados (excepto el director ejecutivo) fue de 74 mil 691 dólares”, expuso Ford Motor Company en documentos oficiales del año pasado.
Ese promedio equivale a 110 mil pesos mensuales. Suena mucho, pero consideren que incluye a trabajadores de Estados Unidos y del resto del mundo, a jefes y obreros.
Ahora comparen esa cifra con ésta: “Para el año fiscal 2023, la compensación total anual para el empleado medio de la Compañía (aparte de nuestro director ejecutivo) fue de 193 mil 770 dólares”, comunicó Microsoft. Casi 300 mil pesos al mes.
¿Cuál es la razón de tal diferencia en empresas multimillonarias? Hay varias empresas como Ford. Acaso hay dos o tres que hacen competencia a Microsoft, y solo en algunos rubros. Eso lo consigue contratando y reteniendo gente con habilidades tecnológicas.
Esto lo entendieron los chinos y los coreanos. Por eso ustedes ven montones de reels en los que asiáticos muestran habilidades dignas de individuos superdotados.
Se consigue cambiando las inversiones del gobierno de las piedras y los fierros, a las manos y los cerebros. Por eso, que vengan las becas que puedan pagar el cambio de la generación más grande que tendrá México, aunque eso cueste no aumentar las pensiones de los 15 o 20 millones de individuos que van de salida. Es negocio para todos.
Ajustar las expectativas puede dar viabilidad al proyecto. Quizás en lugar de 571 dólares a todos los 35 millones, tal vez convenga entregar 57 mil 100 a unos 350 mil individuos que califiquen bien en matemáticas, para entrenarse debidamente.
Eso cambiaría la perspectiva de un país si la intención es verdaderamente sacarlo de la pobreza. Hay evidencia al respecto. Los detalles son tarea de diputados y senadores.
Viene un ruidazo provocado por las iniciativas de reforma del presidente López Obrador. Usémoslo para pasar silenciosamente las becas necesarias para construir un nuevo país.