Parteaguas

La empresa que ‘todos’ quieren comprar

ARM es una empresa fundada en el Reino Unido, que no tiene ni un año en el mercado de valores, pero está metida de lleno en la cadena de suministro de la tecnología.

Hay una empresa desconocida que de pronto se volvió el filete que todos quieren picar con el tenedor. Está al alcance de cualquiera, pero no, no es mexicana.

Desafortunadamente a la Bolsa Mexicana de Valores no la calienta ni el ‘nearshoring.

Seamos honestos, esta compañía que administra el mercado de acciones más importante de México, se ha vuelto aburrida.

Vayamos al caso. Ustedes conocen el Índice de Precios y Cotizaciones que es una suerte de ‘combo’ que reúne empresas de los Slim, de Claudio X, y otras grandes compañías de México.

Si ustedes pusieron mil pesos el año pasado en ese ‘IPC’ hoy pueden cobrar apenas un 7 por ciento de ganancia o rendimiento al vender. Vaya, hasta los viejos pagarés bancarios tienen más sex appeal.

Mientras eso pasa en casa, salir a ver lo que hay afuera les pudo haber dejado un rendimiento de 110 por ciento. Con la misma apuesta hoy tendrían 2 mil 100 pesos en acciones de ARM. Conviene admitir: ¿Quién podía saberlo?

ARM es una empresa fundada en el Reino Unido, que no tiene ni un año en el mercado de valores, pero está metida de lleno en la cadena de suministro de la tecnología. Vaya que nos cuesta entender eso.

Entre los miles de chips que hay en su smartphone, muchos de ellos pudieron ser diseñados por esta firma que vende ‘apenas’ 2 mil 500 millones de dólares al año, pero vale ya más de 77 mil millones. Ese cambio tiene repercusiones más allá de lo financiero.

Habla del mundo de fábricas en el que, no, los mexicanos no participan, aún.

ARM diseña chips que pueden ser fabricados por empresas como la taiwanesa TSMC o como Intel y ser integrados en GPUs (procesadores súper poderosos para computadoras y útiles en inteligencia artificial) que luego vende Nvidia a empresas como Apple, Microsoft, Google o Tesla que ya se encargan luego de cobrarles a ustedes.

¿Qué es eso de los chips? Imaginen que mezclan una hostia con un DVD y luego reducen varias veces su tamaño. El resultado sería muy parecido a esos discos que pueden medir hasta la ridiculez de unos invisibles tres nanómetros. Vistos frente a un grano de sal pueden compararse con una canica frente al Popocatépetl.

Por eso es tremendamente difícil diseñarlos como lo hace ARM. Por eso su valor aumenta tan rápido.

Fabricarlos también es un reto. Taiwán, la nación más avanzada en la materia (y por eso mismo superdeseada como territorio por China) usa robots que son visibles con el uso de microscopios.

¿Pero México tiene una oportunidad en ese ámbito? Hoy no. Pero antes tampoco hacíamos coches que ahora salen de México como si fueran tortillas Mission o pan Bimbo.

Esta semana he recibido al menos dos presentaciones que evidencian la intención de estados mexicanos haciendo lo posible por ser tomados en cuenta para potenciales inversiones de manufactura de semiconductores.

Una de ellas viene del norte, en donde el fondo de capital SouthLight presume “La gran oportunidad para Chihuahua”.

Entre los argumentos está el acelerado paso de los vecinos en esta era de la presidencia de Joe Biden por ganar la revolución digital en la que compiten con China y Corea del Sur.

Vean los detalles: en Texas, NXP, Samsung y Texas Instruments invierten más de 56 mil millones de dólares en infraestructura de fabricación de semiconductores. En Arizona, TSMC e Intel tienen otros 60 mil millones en marcha. Todo eso, cruzando la frontera.

¿Eso es mucho? Hay una referencia: toda la inversión extranjera en México de 2023 marcó un récord de 36 mil millones de dólares el año pasado.

Otra propuesta viene del otro extremo del país. Los yucatecos asumen que el estado puede aportar valor, por ejemplo, en materia de empaques especializados para esta industria sofisticada. A cambio ofrece personal entrenado, Estado de derecho y rutas aéreas de dos horas a Estados Unidos y marítimas de seis días, para surtir a Texas o a Florida.

Ojo, no están solos. La Secretaría de Economía federal también persigue a ese conejo.

Recuerden a ARM, que hoy ya vale más que Ford Motor Company y sigue teniendo demanda por sus acciones. El mundo dio un vuelco.

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