Parteaguas

Síganle con sus mexicanadas

La energía de la lideresa o del líder de una empresa a menudo se concentra solo en administrar el negocio, porque la generación de nuevos productos le parece demasiado cara.

¿Por qué hay en México y Latinoamérica tanta empresa pobre, aunque la familia sea rica? ¿Por qué se enfocan tanto en eficiencias para reducir costos, incluyendo salarios, en lugar de ocuparse en generar riqueza y compartirla? ¿Cómo salir del ciclo?

Quizás parte de la respuesta esté en un discurso de un tipo realmente carismático. Tal vez esté en hacer mexicanadas.

Julio Palau Ranz nació en México en los años 60 y cuando tenía apenas ocho se llevó un Premio Diario de México por artículo periodístico. Este ingeniero parece que todavía es ese niño. Ahora en Oaxaca hace coches eléctricos solares llamados Mini Cab, muy parecidos a los carritos de golf.

Es empresario, pero se enfoca en entrenar a quienes quieren generar compañías tecnológicas.

Brinda conferencias y ayer durante una de estas dijo a la audiencia: “¡Saquen sus productos aunque no estén terminados!”. Atención con esa frase.

Se refiere al montón de ideas de quienes pretenden establecer un negocio, pero se esperan hasta completar el proyecto.

“Si no te avergüenzas de tu producto al sacarlo al mercado, significa que lo lanzaste tarde. No pierdas tiempo en ser perfeccionista”.

Cuenta que hace años él pretendió lanzar una herramienta para administrar el negocio, contabilidad, nóminas… De tanto revisarlo, Aspel llegó a México y les comió el mercado.

Por eso Palau, quien presume un MBA por la Universidad de Cambridge y un doctorado en Formación de Emprendedores por la Universidad de Salamanca, advierte: “Enfóquense en una solución y sáquenla adelante”.

¿Bien, pero eso qué tiene que ver con las familias ricas y empresas pobres? La energía de la lideresa o del líder de la empresa a menudo se concentra solo en administrar el negocio porque la generación de nuevos productos le parece demasiado cara.

Quiere tener todo controlado antes de salir al mercado y eso no es posible. Vean a Apple. ¿Cuántas veces se actualiza su iPhone cada año? ¿Cuántos iPhone sacan al mercado cada década?

Pero no estamos en Silicon valley, columnista, nuestra realidad es otra.

Correcto, pero eso no detiene a nadie para innovar. Ayer eso me quedó más claro cuando conocí a decenas de empresarios que forman parte de una agrupación que antes de esta semana me resultaba completamente desconocida. Es la Canisoft, la Agrupación de Empresarios de la Industria del Software, presidida por Julián Gaxiola, director de GM Transport, una aplicación que documenta viajes, factura, localiza vehículos satelitalmente y resuelve un montón de problemas de los “hombres camión”. Ante sus agremiados habló Palau.

Entre ellos estuvo Jonatan Vazquez Piña, un brillante ingeniero que ahora dirige Apphive, una plataforma para quienes no saben de código, pero pretenden crear aplicaciones para Android, IOS y la Web.

Sólo háganlo

Así me explicó el término Cristian Granados, profesor de la EGADE, coautor de un nuevo libro llamado Haz más con menos. Una mexicanada es una solución que considera los elementos que tienes a mano para responder a un problema o un reto. Cada país tiene su propia palabra para referirse a esa improvisación motivada por la creatividad.

En el texto, cuya autoría comparte con Felipe Symmes, Jaideep Prabhu y Navi Radjou, expone la necesidad de no detenerse buscando más recursos, en la intención de generar productos y prosperidad para una compañía o individuo. Propone la frugalidad, la sobriedad y moderación, para crear soluciones.

En México, Unilever en semanas tuvo listo un proyecto para ofrecer refill de champú Sedal en Walmart y Bodega Aurrerá, así captó al público que acude al comercio informal.

Otro ejemplo es el Tec Milenio del ITESM, que usó instalaciones ya existentes para un nuevo producto educativo. “Asequibilidad, buena calidad y sostenibilidad son las bases de la frugalidad”, sostiene Granados en su libro.

Lo he visto varias veces. Grandes empresarios –Elon Musk y Steve Jobs incluidos– primero lo hicieron y luego vieron cómo le hicieron. Suerte con su mexicanada.

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