Con tantas elecciones tan cercanas, las pasiones siguen desbordadas. Conviene revisar pausadamente los hechos que más conmueven en estos días: la suspensión del proyecto de Tesla y la narrativa de que el narco puede tomar la Presidencia de México.
‘Esto, la verdad, no es serio’, dijo el mandatario mexicano López Obrador hace un par de días respecto a la suspensión del proyecto de Tesla en Nuevo León.
Creo que tiene razón: “Esto, la verdad, no es serio porque no podrían hacerse en Estados Unidos los vehículos que se consuman en Estados Unidos. Y no es porque no tengan capacidad tecnológica y capital, ellos tienen una gran experiencia en producir automóviles, sino porque son muy altos sus costos de producción (...) afectaría a sus consumidores.
La idea de instalar una fábrica en el país desagradó al magnate mucho antes.
La razón que tuvo Elon Musk para pensar en Santa Catarina como destino de una inversión para una nueva fábrica tuvo que ver con costos de producción. La compañía ha bajado los sueldos de sus empleados para reducir costos, tanto como puede.
Porque su consigna fue la de armar un coche que más personas pudieran comprar, uno que costara unos 500 mil pesos y no un millón, como los que ofrece actualmente.
La única razón por la que no venden más coches Tesla, dijo en una ocasión, es porque no todos pueden pagarlo.
Pero se adelantaron los chinos. BYD ya vende más coches eléctricos que Tesla a un precio más bajo.
No solo esa compañía. La competencia de marcas chinas se volvió agresiva en los mercados asiáticos, europeos y americanos.
Musk se dio cuenta y la consigna cambió. Fijó la prioridad nuevamente en la innovación, y desde 2023 está centrado en sacar al mercado dos productos: un robotaxi, un coche para el transporte público capaz de atender a la gente sin conductor; y el otro: Optimus, el primer androide de Tesla, una suerte de C-3PO, como el de La Guerra de las Galaxias, que se convierta en sirviente de quien pueda pagarlo.
Para conseguirlo, dice el mismo Musk en el libro biográfico escrito por Walter Isaacson, los diseñadores y los ingenieros deben trabajar al lado de los obreros en la fábrica… y de acuerdo con ese texto, Musk advirtió que no habrían muchos individuos bien calificados, interesados en dejar Austin para trabajar con los obreros en Santa Catarina. Esa lógica y el cambio de prioridades obstaculizó el proyecto regiomontano.
Musk dijo esta semana que detendría el proyecto por los planes de Trump de impedir la fabricación de coches en México. Parece más bien el pretexto. Ya antes había detenido contrataciones en el país. Musk está pagando más 40 millones de dólares mensuales a un grupo afín a la campaña de Donald Trump y lógicamente quiere que éste gane. Le ayudará en todo lo posible, incluso quizás, acerca de sus razones para suspender su plan mexicano.
Luego está lo del narco. Ayer, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos informó de la detención en Texas de Ismael El Mayo Zambada, líder del Cártel de Sinaloa, y de Joaquín Guzmán López.
La información surgió horas después de que fuera publicada la frase de Trump acerca de que los cárteles que exportan fentanilo podrían tirar al presidente mexicano en dos minutos.
Lo menos divulgado es que el periodista de Fox News, afín a su campaña, hacía preguntas para alertar a su audiencia de que lo mismo podría pasar a Estados Unidos si no actúan.
El mismo Trump insistía en que “darían tiempo” a México para arreglar las cosas, sin soltar la narrativa de una posible intervención estadounidense.
Es decir, el expresidente quiere seguir hablando a sus electores, mientras conversa también sofisticadamente con los dueños de empresas estadounidenses, cuyas inversiones históricas en el país y el valor de sus corporativos se derrumbarían si se desestabiliza México. Con las detenciones de ayer, el presidente Joe Biden dio un paso antes, y éste cambia el rumbo de la narrativa de Trump.
Estamos en tiempos de elecciones. La seriedad es escasa.