Claudia Sheinbaum podrá argumentar que su antecesor tuvo éxito al menos en una encomienda: sacudir la economía del sur. Si saca el reporte que reveló ayer el INEGI, podría argumentar con datos en la mano que, al cierre de la administración, cumplió.
La región más pobre de México, el sur y sureste nacional, este año aporta más al crecimiento económico que el resto de la nación. Pero la próxima mandataria deberá estar atenta al lugar en donde van a estar las oportunidades, si quiere que los mexicanos alcancen la prosperidad.
Revisen ustedes el ITAEE, ese indicador que muestra cómo va cada uno de los estados.
El que más crece económicamente es Quintana Roo, con un enorme 20 por ciento más de actividad económica en 2024 respecto al año pasado. Incluso en el top 10 de mayor actividad le acompañan Campeche y Yucatán, que crecieron 5.8 y 3.9 por ciento en 12 meses contados hasta marzo.
La península del sur se beneficia de inversiones en transporte ferroviario del Tren Maya, pero también inmobiliarias, hoteleras; de fábricas y comercio en Yucatán, y de producción agropecuaria en Campeche. Que crezca es una buena noticia.
Pero el país está urgido de revitalizar también las entidades que más aportan a la economía por su tamaño. Nuevo León crece al 2.3 por ciento; el Estado de México, 2.4 por ciento. La Ciudad de México apenas avanza a un triste ritmo del 0.2 por ciento y el industrial Coahuila es una entidad con una economía que va en reversa, cayó 3.4 por ciento.
El presidente Andrés Manuel López Obrador será recordado como un presidente que no tuvo una política industrial y que apostó sus fichas a la construcción de tres proyectos que quizás algún día rendirán frutos.
Pero la realidad empieza a asomarse. Ahora que culminan las obras de la refinería de Tabasco, la economía de ese estado volvió a la senda del drama, con una baja económica del 1.7 por ciento. ¿Cuál será el impacto en Oaxaca y Veracruz de la finalización del Corredor Transístmico que cruza con vías ferroviarias el país? Para que tenga un impacto de largo plazo, deberán llegar empresas que lo usen.
¿Cómo conseguir que las inversiones se queden? Mexicanos dueños de capital me dicen que están decepcionados de lo que viene con el regreso del control absoluto del poder por parte de un solo partido. Creo que se equivocan en su lectura del contexto, pero no es el punto de este texto.
¿Cómo harán para que las inversiones lleguen? La narrativa de un desequilibrado Elon Musk puede permear a otros millonarios que sigan la retórica antimexicana de Donald Trump, si regresa a la presidencia.
¿Cómo harán para que empresas dueñas de los monopolios de electricidad y petróleo dejen de sangrar el erario público para cuadrar sus cifras?
La CFE y Pemex no ofrecen más empleos. No pueden. Así no pueden crecer sus corporativos en la Ciudad de México y su derrama económica en la capital.
Una vía es reformarlas. Cambiar su régimen fiscal, probablemente. Pero definitivamente romper con la lógica de invertir dinero del pueblo en negocios que tal y como están, no son rentables ni van a serlo.
En lo correspondiente a las empresas privadas, no hay más opción que hacer al país más productivo. Que cada quien sepa hacer nuevas y más cosas, más valiosas.
México necesita gente que sepa bien de blockchain; de CRISPR; de energía renovable; de industria espacial; de inteligencia artificial; de semiconductores; de programación; de diseño… Si los mexicanos siguen tendiendo camas, lavando platos, doblando fierros y sacando piedras de la tierra, la dependencia del extranjero y del humor de los políticos estadounidenses no va a acabar. Incluso los empresarios mexicanos han tardado en comprenderlo y pocos invierten en preparar a su gente.
Hay una señal positiva. El anuncio de la creación de la secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnologías e Innovación por parte de Claudia Sheinbaum, evidencia que sabe en dónde está lo que nos duele. La lógica económica planteada por Altagracia Gómez, lo ratifica. El gran reto es poner los planes en acción.