Venezuela es el ejemplo de lo mal que pueden funcionar los gobiernos radicales. La democracia no regresa a ese país empobrecido y gobernado por el dictador Nicolás Maduro.
Desafortunadamente para los venezolanos de buena fe, la nación que más puede influir en favor de la oposición que puede derrocarlo está ocupada, mucho.
Los Estados Unidos de América tienen sus propias elecciones presidenciales encima.
El partido gobernante, el Demócrata, espera que Kamala Harris gane la competencia el 5 de noviembre frente a Donald Trump, el polémico candidato del Partido Republicano.
Ella va bien. Ayer, El Financiero publicó que Harris ha acabado con la ventaja que tenía Donald Trump en siete estados que suelen definir las elecciones en el país vecino, pues aprovecha una ola de entusiasmo entre los votantes jóvenes, afrodescendientes y latinos, de acuerdo con la última encuesta de Bloomberg News/Morning Consult.
Harris fue respaldada por el 48 por ciento de los votantes frente al 47 por ciento de Trump en esos estados clave.
Eso no significa que Harris esté libre de riesgos. La gente está regresando de sus vacaciones y lo primero en lo que pone sus ojos al retornar es la bomba de la gasolina.
El precio de la gasolina en Estados Unidos esta semana es el equivalente a 18.20 pesos por litro, son 3.48 dólares por galón, pero llegó a estar en 4.96 dólares o 23 pesos hace dos años. El 55 por ciento de su precio, equivalente a 10 pesos, proviene del costo del petróleo, de acuerdo con la Agencia de Información Energética de los Estados Unidos. A eso le suman el costo de refinación, la distribución y los impuestos.
El precio de la gasolina está bajo, porque también cayó el precio del crudo desde 120 dólares que alcanzó en algunos días de 2022, hasta los 75 dólares que costaba ayer el texano WTI.
¿Qué podría pasar si el presidente Joe Biden atiende los llamados de auxilio que salen desde Venezuela ante el evidente abuso de Maduro?
Es un país petrolero pobre, con una pobre producción petrolera de menos de un millón de barriles diarios. Es aún más baja que la desvanecida producción de Pemex de 1.7 millones de barriles diarios y muy pequeña frente a los 13.3 millones que extrae el mayor productor del mundo, Estados Unidos.
Pero al final, también esa producción cuenta en un mercado de 100 millones de barriles diarios y más cuentan sus enormes reservas sudamericanas deseadas por todo el mundo, en particular por chinos y rusos. Su producción sigue baja, incluso después del levantamiento de sanciones estadounidenses a las exportaciones de petróleo.
Pero cualquier decisión que desestabilice al gobierno de Nicolás Maduro puede romper el equilibrio entre la oferta y demanda de esta materia prima, provocando un impacto casi inmediato en la gasolina.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no puede tirar la primera ficha de dominó en ese mercado, sin afectar la campaña de su vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, a quien sus opositores achacan el gran problema de inflación que enfrentan los estadounidenses.
Va un ejemplo: Ayer, el diario Washington Post publicó un artículo que revela cómo trabajadores estadounidenses, con empleo en algunos casos, deben vivir en sus coches o en la calle ante su incapacidad de pagar la renta de una casa.
Uno de los casos menciona a un empleado de Amazon en Louisville, Kentucky, quien recibe un salario de unos 4 mil dólares mensuales, en una ciudad en la cual la renta de una pequeña casa cuesta 2 mil dólares al mes. Pagar eso más los gastos de una vivienda, le dejaría sin dinero suficiente para pagar comida y gasolina para él y su madre, con quien habita una minivan.
Los electores no suelen atender detalles como el de que durante la presidencia de Donald Trump y en la actual de Biden, ambos gobiernos gestionaron la impresión indiscriminada de dólares para repartir a cada habitante de ese país 300 dólares semanales durante la pandemia.
La abundancia de dólares los devaluó frente a otras monedas y generó una subida de precios que hasta ahora permanece.
Los mexicanos saben bien de gasolinazos y de su impacto en el resultado de las elecciones. Biden podría influir en Venezuela. ¿Pero lo haría aún a costa de un ‘gasolinazo’ en plenas campañas electorales? Parece improbable.