Hubo días en los que el dueño de un negocio podía irse de vacaciones.
El mundo fue aburrido alguna vez. Sí había cambios y revoluciones, pero los más relevantes sucedían cada cinco años, más o menos. En este 2024, parece que andamos en bici, quien deja de pedalear se cae.
La mitad de la gente del mundo tuvo elecciones. Las de México cambiaron el escenario; Estados Unidos podría darle otra vuelta a la historia y lo anterior no contempla el arribo de una inteligencia adicional a la humana y lo que esto está provocando en los negocios.
Tomen como ejemplo esta quincena. Quienes hacen las leyes mexicanas quieren cambiar la Constitución votando antes de que llegue el domingo, por instrucciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien quiere gritar su triunfo el 15 de septiembre.
Solamente la intención del mandatario y de los diputados que lo apoyan ya empujó ayer el dólar por arriba de los 20 pesos, cuando en mayo estuvo por debajo de 17.
Dueñas de negocios, muchos directivos de empresas mexicanos y extranjeros suspendieron sus decisiones más relevantes, pues si pasa la reforma judicial hay una probabilidad alta de que el dólar suba todavía más y eso movería toda la hoja de Excel.
El resultado puede afectar, pensemos, a quienes toman leche o comen pollo o carne de res, entre otros clientes de empresas que enfrentarían un incremento en los precios de alimento importado para animales, que cambia de precio con el dólar. Si eso no les llega, piensen en Netflix, Spotify, Apple y todos los que ponen tarifas basadas en moneda extranjera convertida a pesos. Suerte para quienes cobran en dólares, que recibirían oxígeno por la vía de su cuenta bancaria.
Si por el contrario, ese proyecto constitucional cambia su estructura o no es aprobado, la presidencia de Claudia Sheinbaum podría recibir un golpe de optimismo por parte de quienes hoy son sus más fuertes críticos, el peso podría ganar algo de valor y se dispararían las expectativas de muchas inversiones para aprovechar el nearshoring.
El resultado que lleve a México a uno de esos dos escenarios podría resolverse antes de que llegue el desfile del 16 de septiembre.
Pero eso es un asunto que los mexicanos pueden controlar. Luego están aquellos que solo pueden observar y reaccionar, como el crecimiento de las fuerzas políticas extremistas.
Ayer, CNN informó que Alternativa para Alemania (AfD) se convirtió en el primer partido de extrema derecha que gana una elección estatal en Alemania desde la era nazi, asestando un duro golpe al gobierno del canciller Olaf Scholz, a solo un año de las elecciones federales.
La fuerza prorrusa de AfD se convertiría en el partido más fuerte en el estado oriental de Turingia, con el 32.8 por ciento de los votos, y en segundo lugar en Sajonia, con el 30.6 por ciento, en el contexto de una nación dividida en 16 estados.
A la par de los cambios políticos, están los tecnológicos. ¿Vieron cuánto cayó la acción de Nvidia ayer? La empresa que surte a Google, Microsoft y AWS para que equipen sus multimillonarios centros de datos en lugares como Querétaro perdió 279 mil millones de dólares, o el 9.5 por ciento de su valor en un solo día.
Es efecto de varios golpes: la expectativa siempre presente de los más cautos de que Estados Unidos se desacelere, la posible investigación que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos habría iniciado sobre esa fabricante de GPUs por un posible control de mercado y la llevada y traída historia de si la inteligencia artificial es o no, lo que cambiará la economía mundial.
¿Y qué hacer acá? Conviene no esperar una reacción sensata de la mayoría de los políticos locales. Hay excepciones, pero sus incentivos no están alineados con el crecimiento económico.
Lo urgente para las empresas nacionales es conseguir gente capaz de entender el entorno global para detectar riesgos y oportunidades ante un escenario siempre cambiante, que parece que será la norma de aquí en adelante.
Sería saludable que cada equipo tenga la capacidad de ofrecer nacional e internacionalmente productos y servicios que no estén sujetos a normas nacionales y sean exportables, lo que puede diversificar los ingresos. Eso es posible, solo si consiguen jugadores capacitados que entiendan lo que es generar valor… no son baratos. Corre tiempo.