Parteaguas

¿Ya se salvó el mundo?

Se advertía que la humanidad había llegado a un pico de producción de crudo antes de la llegada del COVID-19 y que después de eso, no regresaría tal volumen de extracción y demanda. No fue así.

A decir de lo que ocurre en el mercado internacional, la gente ya está gozando de un mejor medio ambiente en estos días ¿Puede ser?

Hace menos de un lustro, todas las empresas difundían una palabra fea, pero de gran potencial y urgencia: ‘sustentabilidad’. Entonces, invertir en compañías que cuidaban una estrategia que hiciera ‘sustentable’ el negocio y la ecología parecía lógico. Hace casi cinco años estábamos en pandemia, cada quien asimilando sus propios días de reflexión.

La producción mundial de petróleo de esos días empezó a bajar aceleradamente. De 100 millones de barriles diarios, a 88 millones, en cuestión de semanas. Eran días de coches guardados y de fábricas cerradas.

Distintos analistas advertían que la humanidad había llegado a un pico de producción de crudo antes de la llegada del COVID-19 y que después de eso, no regresaría tal volumen de extracción y demanda. Estamos en 2024 y la producción no solo se recuperó, sino que superó los 100 millones de barriles diarios.

El escenario es otro. Algo ocurrió recientemente que ha cambiado la tendencia.

Este mismo mes, la agencia Reuters reventó una noticia: que BP, la relevante empresa británica productora de crudo y gas, abandonó su promesa de reducir la producción de petróleo y gas un 40 por ciento.

Información pública provoca la percepción de que otras están montadas en estrategias similares.

ExxonMobil se centra en aprovechar su cartera y sus capacidades tecnológicas para adaptarse a la transición energética.

El director de la compañía, Darren Woods, ha destacado la importancia de evolucionar la tecnología y reducir los costos en lugar de reducir los niveles de producción. Dicho de otro modo: no paren, ya veremos cómo arreglamos las consecuencias.

Shell también ha señalado un enfoque dual: invertir significativamente en soluciones energéticas bajas en carbono, mientras continúa perforando y extrayendo.

Los planes de la empresa contemplan asignar entre 10 mil millones y 5 mil millones de dólares a iniciativas de energía baja en carbono desde 2023 hasta fines de 2025, lo que sugiere una estrategia que equilibra la producción tradicional con inversiones en energía renovable.

Luego está Chevron. Al igual que Shell, Chevron mantiene su producción de petróleo al mismo tiempo que invierte en tecnologías más limpias.

La empresa no ha indicado plan alguno para reducir la producción; se centra en integrar prácticas sostenibles en sus operaciones. Esto refleja una tendencia más amplia entre las grandes petroleras a adaptarse.

En ConocoPhillips han expresado optimismo sobre la creciente demanda de energía. Su director, Ryan Lance, advirtió que la empresa se prepara para transformaciones significativas en el sector energético, que pueden incluir un aumento de la producción.

La promesa de la presidenta, Claudia Sheinbaum, de que Pemex no elevará su producción más allá de 1.8 millones de barriles diarios, luce como una interesante rebeldía en contra de los deseos de inversionistas. ¿Cuáles inversionistas?

Los considerados en un ejercicio de Bloomberg divulgado este fin de semana.

Éste advierte que “el dinero fácil” de Wall Street ha examinado de cerca los sectores clave de la economía verde y ha decidido apostar contra ellos.

Revela que, a pesar de los enormes paquetes de estímulos verdes en Estados Unidos, Europa y China, más fondos tienen posiciones ‘cortas’ netas en empresas o créditos relacionados con baterías, energía solar, vehículos eléctricos e hidrógeno en promedio, que posiciones ‘largas’ en esos sectores.

¿Qué rayos significa eso? Que una mayoría de esas inversiones apuesta a que van a bajar de precio próximamente. Si prevén eso, es porque analizan que la demanda de esos insumos no será tan alta como la esperada. Pueden equivocarse. Ojalá.

Hagan su pronóstico. El Reporte de Riesgos del Futuro 2024 de AXA Seguros Global, cita a ejecutivos consultados en todo el mundo, quienes advierten como la mayor amenaza el cambio climático.

La única lógica entre esa percepción y el destino de las inversiones referido por Bloomberg es que más que componer el mundo, los humanos pretenden adaptarse a su cambio. Con el negocio subsecuente que esto implique, claro está.

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