Antes de lavadoras hubo un generador de electricidad; antes de coches que llegaran a la playa, hubo carreteras. Antes de lo que viene, hay centros de datos, particularmente en Querétaro.
Están construyendo las ‘calles’, los cables, los ‘puertos y aeropuertos’ virtuales por los que transitamos y viviremos desde este año y hasta la muerte. La infraestructura a través de la cual cada mexicano ya trabaja o trabajará y hará negocios.
No importa si ustedes saben o sabrán de software. Piensa ¡oh Patria querida! que el cielo, un soldado (y un exportador) en cada hijo te dio. Contadores, economistas, abogados, mercadólogos… están invitados.
Esta nueva infraestructura puede ser el detonante de un mercado en auge. O bien, ‘infrastructure (infraschuc chur) may be the trigger of a buoyant market', como lo dijo un expresidente, en días en los que los mexicanos la pasaban bien divirtiéndose con los políticos.
¿Qué es un centro de datos? Una bodega para guardar sus fotos del Instagram; sus películas de Netflix; sus videos de YouTube; sus pedidos en Shein; cuentas bancarias, las del SAT y los datos de todas las credenciales del INE.
Pero, también ahora contienen una enorme caja de herramientas de ‘trabajadores’ virtuales. ChatGPT, por ejemplo; pero hay muchos más: Perplexity, Leonardo, Canva y ‘combos’ como Bedrock… y eso que la inteligencia artificial generativa (GenAI) apenas comienza.
Quienes ya usan estas herramientas saben que se vuelven adictivas y nosotros, productivos. Haces más en menos tiempo.
El mes pasado platiqué con un personaje responsable de instalar centros de datos en todo el mundo, Prasad Kalyanaraman, vicepresidente de infraestructura de servicios de AWS.
En síntesis, me dijo que sí, que viene mucho trabajo a México, porque su equipo echó a andar una ‘región’ en el estado de Querétaro, en pocas palabras es un conjunto de grupos de ‘data centers’.
Que la inversión de AWS en ese estado sumará 5 mil millones de dólares en infraestructura, incluidas regiones avanzadas y zonas locales de centros de datos. Ustedes pueden esperar que sus películas, redes sociales y sus sitios web tarden menos en cargar; ‘latencia reducida’ la llama él. Hay una ventaja adicional: que los datos de los mexicanos serán guardados en México.
Me quedo con el tema de la latencia, porque hace unos días pensé mucho en arquitectas y arquitectos que tienen una oportunidad de negocio en Estados Unidos, a distancia.
Uno de los líderes de una empresa llamada Product Latam me explicó que ellos pueden colaborar en proyectos estadounidenses, realizando a distancia tareas clave bajo la supervisión de un arquitecto con licencia en ese país.
Investigué por mi cuenta. Entre éstas destacan la elaboración de planos 2D y modelos 3D con software, como AutoCAD o Revit; renderizados y recorridos virtuales para presentaciones; desarrollo y coordinación BIM con ingenieros; estudios preliminares de códigos y zonificación; diseños para plomería y electricidad y documentación para permisos y certificaciones LEED.
Muchos son archivos pesados cuyo almacenaje y envío requiere una baja ‘latencia’.
Vaya, lo que al inicio de los trabajos remotos parecía limitarse al diseño de software para clientes extranjeros (tecnologías de la información) permeó en la cultura estadounidense que ahora reconoce el valor del talento mexicano, que con las debidas herramientas puede ‘emigrar’ sin salir de México, al menos en lo concerniente a sus actividades económicas, exportando sus servicios y cobrando en dólares en una economía que está en auge.
La US Chamber of Commerce estima que, en 2025, el Producto Interno Bruto del país crecerá 3 por ciento, que parece poco, pero para una nación con un PIB de 27 billones de dólares (trillions), significa un aumento de 800 mil millones de dólares en un año.
Eso es brutal, es como si la economía mexicana creciera 50 por ciento este año en el que aspiramos a alcanzar el uno por ciento.
Ese ritmo de los vecinos exige trabajo en un montón de actividades. Mercadólogos, publicistas, diseñadores, enfermeras (sí, enfermeras), contadores, editores de video, profesores… ¡oh Patria querida! que el cielo, un exportador en cada hijo te dio.