Parteaguas

¿Cuánto es 25 menos 18, México?

El presidente Donald Trump anunció planes para imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones de automóviles y autopartes lleguen de donde lleguen, hacia los Estados Unidos.

Una vez más: hay que fijarse en lo que Trump hace, no en lo que Trump dice.

La versión que conocen estadounidenses y canadienses y mexicanos es la siguiente: que el presidente Donald Trump anunció ayer miércoles planes para imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones de automóviles y autopartes lleguen de donde lleguen, hacia los Estados Unidos.

Una pregunta. ¿No es lo que debería estar aplicando desde el inicio del año?

En lo que vemos en qué termina esta historia, la retórica nacionalista del mandatario de los vecinos ya tiró 18 por ciento el valor del peso frente al dólar respecto al año pasado.

Después de esos anuncios, anoche el dólar cotizaba en 20.22 pesos. Pero ahora al revés, veámoslo como ellos lo ven: el peso bajó de seis centavos a 4.9 centavos de dólar en 12 meses. Es una baja de casi 18 por ciento.

Dicho de otro modo: los productos hechos en México están 18 por ciento más baratos que hace un año para los estadounidenses, por el simple efecto del tipo de cambio.

¿Si el Gobierno de Estados Unidos aplica un impuesto de 25 por ciento el 3 de abril para que los coches entren a ese país, cuánto aumentarán de precio nominalmente? Spoiler alert: la respuesta no es ocho por ciento.

Serán apenas 2.5 por ciento más caros que en 2024. Formen grupos de tres y discutan.

Mi punto es el siguiente: nominalmente, el efecto de los aranceles se reduce por el impacto en el debilitamiento que su aplicación genera en la moneda nacional.

El peso está débil, principalmente, por todas las amenazas que Trump ha sembrado sobre la economía nacional. (Sin olvidar, claro, la mala temporalidad de una reforma judicial morenista que aún siendo buena, sacudirá la certidumbre para apostar en nuevos negocios en México hasta ver cómo funciona).

Pero regresemos a los aranceles. De nuevo, Trump dice que va a aplicar un arancel de 25 por ciento a todos los coches que entren a su país, independientemente de la nación de procedencia. Eso dice. Falta ver qué hace.

Vamos a suponer que se salta a los directivos de una empresa como Ford que le piden no hacerlo, al menos desde el 5 de febrero:

“Los aranceles del 25 por ciento provenientes de Canadá y México, si se prolongan, tendrían un enorme impacto en nuestra industria. Con la pérdida de miles de millones de dólares en ganancias de la industria, se produciría un efecto adverso en los empleos estadounidenses, así como en todo el sistema de valores de nuestra industria. Los aranceles también implicarían precios más altos para los consumidores. Lo dijimos. Creemos, basándonos en nuestras conversaciones en Washington DC con la administración Trump y los líderes del Congreso, que están comprometidos a fortalecer, y no debilitar, la industria automotriz de nuestro país. Esa es, sin duda, nuestra expectativa”, eso dijo hace casi dos meses el presidente de la empresa, Jim Farley, a analistas y accionistas.

Asumamos también que el mandatario manda a volar a la Cámara de Comercio más importante de su país, llena de líderes influyentes, la US Chamber of Commerce:

“Los aranceles sobre Canadá y México tendrán un impacto real y devastador en miles de pequeñas empresas en todo el país, y el debate sobre nuevos aranceles sobre otros países está generando incertidumbre”, expuso el gremio en un comunicado actualizado ayer.

Especulemos y pensemos que en efecto, Trump deja de disparar solo palabras desde el escritorio que ocupa temporalmente.

Que efectivamente él aplica un arancel de 25 por ciento a todos los coches que entren a Estados Unidos, incluidos aquellos de Canadá y México, países que confiaron en él y con su anterior administración firmaron el T-MEC, un tratado de libre comercio a su conveniencia.

Asumamos entonces que el país que solía brindar una estructura al mundo occidental, ha virado hacia la impredictibilidad, hacia la escena que antes fue propia de naciones no desarrolladas.

Pensemos que en efecto aplica aranceles o “tariffs” y éstos los impone por un largo periodo. Entonces el peso, la moneda nacional, podría debilitarse aún más, lo que podría contrarrestar aún más esos castigos, en una espiral.

Pero aún no estamos ahí y como expuse aquí antes, no creo que los aranceles cumplan con su aplicación generalizada y de largo plazo. Si los hay, habrán de ser mínimos o temporales. No por México, sino porque es lo que conviene a Estados Unidos.

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