Parteaguas

AMLO advirtió de un ‘gobierno mundial’, ya es un poco tarde

Las empresas más poderosas de la nueva economía avanzan derribando barreras. No se trata únicamente de Facebook, Twitter o Google.

La semana pasada el presidente de México advirtió de la posible creación de un gobierno mundial. En realidad, hay señales de que existe desde hace tiempo.

Andrés Manuel López Obrador dijo: "No se vaya a estar creando un gobierno mundial con el poder del control de las redes sociales, un poder mediático mundial".

El mandatario nacional lucía solitario en ese momento en la banca de los defensores de Donald Trump, luego del ataque al Capitolio de Estados Unidos probablemente motivado por las arengas del presidente republicano. Ayer más voces se unieron a esa alerta.

En efecto, las empresas más poderosas de la nueva economía avanzan derribando barreras. No se trata únicamente de Facebook, Twitter o Google.

Los taxistas se quejan de Uber, pero casi no hubo autoridades capaces de detenerla mediante reglamentos. Dirigida por Dara Khosrowshahi, ya vale 100 mil millones de dólares, cifra que multiplica por 20 la de las arrendadoras Hertz y Avis Budget... juntas.

Los comerciantes tradicionales pueden quejarse de la competencia que les hace Amazon, pero la empresa a cargo de Jeff Bezos vale 1.5 billones de dólares (1.5 trillion, en inglés), es una cifra casi cuatro veces mayor que lo que costaría comprar Walmart, presidida mundialmente por Douglas McMillon.

También pueden tomar como ejemplo la marca más odiada por los hoteleros del mundo: Airbnb, empresa que recién llegó al mercado de valores, pero sus acciones le conceden ya una cotización total de 89 mil millones de dólares, casi tres veces más que Hilton Worldwide Holdings, fundada por Conrad Hilton, bisabuelo de la famosa socialité Paris Hilton.

El poder de la compañía de Brian Chesky es tal, que esta misma semana se involucra en la selección de quién sí y quién no podrá hospedarse en Washington DC durante los días de la inauguración del presidente demócrata Joe Biden, fechada para este 20 de enero.

Airbnb cancelará reservaciones y bloqueará habitaciones a quienes su equipo detecte alguna relación con 'grupos de odio'. No está claro cómo definirá esas características. ¿Hasta dónde llega esa definición? ¿Serán grupos vinculados con la izquierda o con la derecha política? ¿Con ambas? Quizás algunos legisladores tendrán que pedir a amigos que los hospeden, o de plano, buscarse un hotel.

Y aquí no ha sido mencionada aún la discusión que motivó reacciones como la de la abogada defensora de la libertad de expresión Kate Ruane, de la Unión Americana de Libertad Civil (ACLU, en inglés):

"Debería preocupar a todos cuando empresas como Facebook y Twitter ejercen el poder sin control de sacar a personas de plataformas que se volvieron indispensables", expuso ayer la asesora legislativa, citada por Bloomberg.

Atención, los argumentos de los líderes de empresas de redes sociales también son defendibles cuando advierten que existe una posible apología del delito en el discurso de un individuo, incluso y más cuando se trata de quien jura defender las leyes de un país.

Pero el tema a tratar en esta columna es otro.

De facto, existe ya una suerte de gobierno paralelo ejercido en las relaciones comerciales y sociales entre individuos del mundo. Luce también como el poder de la gente en función de lo que pide o acepta, aunque es administrado por empresas.

Esas compañías hoy tienen más valor y a veces más ingresos que aquellas que dominaron las decisiones políticas indirectamente, por ejemplo, al patrocinar campañas de legisladores y candidatos a la presidencia.

Ir en contra de las nuevas empresas enfrentará la resistencia de sus usuarios, que son millones. Los políticos probablemente no quieran enfrentarlos, so pena de perder votos.

A ese poder pulverizado le faltaría acaso, una moneda que una a todas las personas y que traspase fronteras sin que intervenga un banco central o los bancos comerciales que dominan el suministro de la herramienta más importante de intercambio de servicios y cosas: el dinero. Un bitcoin vale 36 mil dólares, 200 por ciento más que en agosto.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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