Es como dejar un tupper con comida fuera del refrigerador. Ese desagradable olor bien puede contener gases. El gas de una hamburguesa podrida no hará diferencia en la atmósfera, pero los restos de millones de plantas y animales enterrados hace siglos, sí.
Es gas natural que en cantidades industriales puede meterse a un motor de combustión interna y generar electricidad. Es gas natural como el que traen y traerán más desde Estados Unidos luego del acuerdo de Manuel Bartlett con Carlos Slim y otros proveedores de la CFE que el político dirige.
Este año Petróleos Mexicanos pierde cada vez más gas y más dinero al dejarlo ir a la atmósfera. Son toneladas de metano que acompañan al petróleo en los yacimientos que explota la petrolera de un gas que puede tener hasta 80 veces más capacidad de guardar calor que el bióxido de carbono.
En 90 días de abril, mayo y junio de este año, Pemex lanzó diariamente 261 millones de pies cúbicos de gas al aire desde sus pozos en operación. Eso es 63 por ciento más que el promedio de un año antes.
Es exactamente el tipo y volumen de gas que urge, por ejemplo, en la Península de Yucatán.
¿En dinero? Lo perdido equivale a medio millón de dólares diarios. Poco más de 50 millones de dólares en el trimestre, unos mil millones de pesos en moneda nacional perdidos en tres meses.
Desafortunadamente siempre hay una pérdida de gas en la producción petrolera, pese al impacto ambiental y económico que representa. Recuperar totalmente el gas cuesta.
Hay que invertir en infraestructura y a los accionistas siempre hay que justificarles los gastos en términos económicos. Lo ambiental les resulta secundario a la vista de la experiencia.
Curiosamente la semana pasada ocurrió algo imprevisto y muy riesgoso.
El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump propuso eliminar la obligación de las empresas de revisar fugas que impliquen el escape de gas metano que quema la atmósfera.
Supone su equipo una innecesaria duplicidad de normas: la que imponen las autoridades para hacer revisiones y la ambición capitalista, pues asumen que las empresas están suficientemente motivadas para evitar pérdidas de gas a fin de no tener también fugas de dinero.
¿Quiénes salieron a detener la propuesta? Sorpresivamente las grandes petroleras: BP, Shell, Exxon… que de acuerdo con The New York Times ya ven venir manifestaciones sociales ante la posibilidad de que la gente piense que están relajando la revisión de su infraestructura y con ello, provocando más calentamiento global del que ya ocasionan ellos y sus clientes, los consumidores de gasolina por ejemplo.
Aquí en México no parece haber presión social por esta causa y después de haber reducido esas emisiones en Pemex en años recientes, la tendencia a la baja se rompió y el metano vuelve a fluir hacia a la atmósfera de manera creciente.
La razón de la pérdida es explicada así por el equipo de Octavio Romero: por "fugas y actos vandálicos".
También "por el alto contenido de nitrógeno dadas algunas fallas en la planta eliminadora de nitrógeno (NRU), así como mantenimiento a equipos de compresión, rechazos por límite de capacidad en centros procesadores de gas y fallas operativas en algunos equipos de compresión".
Todo está en sus reportes trimestrales.
Atacar el envío de gas a la atmósfera debe estar entre las prioridades comentadas en el Palacio Nacional desde donde gobierna el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ojalá, por los niños, que alcance ese nivel la preocupación.
Al menos, que sea por no perder más dinero.
Esta columna incluyó una cifra equivocada en su versión del viernes referente al pago de un salario de 4 mil pesos diarios, cuando se trató de una cifra que refiere un periodo mensual. Ofrezco disculpas a los lectores, con quienes quedo siempre agradecido.