Parteaguas

Lo bueno que dejó Trump

La agenda de modernización comercial y migratoria avanzó más en cuatro años de ataques a los mexicanos, que durante décadas de supuestas buenas relaciones.

Hoy hace cuatro años el tipo de cambio estaba casi en 22 pesos por dólar, había subido 18 por ciento en un año desde los 18 pesos que cotizó antes de que fuera celebrada la elección presidencial estadounidense de 2016.

Hoy hace cuatro años iniciaba la era Trump que hoy termina con un dólar a 19.65, de acuerdo con datos recopilados por Bloomberg.

Basta mencionar la situación de niños que perdieron a sus padres al cruzar la frontera estadounidense por órdenes del gobierno de ese país, para resumir el daño que pudo hacer el presidente saliente al mundo. Pero de lo malo de su gestión abundan textos.

De los pasados cuatro años, los mexicanos pueden rescatar para sí mismos el resultado de un examen doloroso que reveló la relevancia que tienen para que funcione Norteamérica.

Con la llegada de Joe Biden no se habla esta vez de la llegada ilegal de violadores, sino de la inmigración autorizada de paisanos.

No es retórica o buena voluntad pura. Es que la sociedad estadounidense sabe ahora con certeza que necesita inmigrantes como los nacionales y manufactura hecha en México para que sus empresas puedan seguir vendiendo a Europa y a Asia.

Cuando Donald Trump amenazó con romper el Tratado de Libre Comercio, no fueron los mexicanos los que lo detuvieron.

Esa fuerza vino en buena medida de productores de maíz que ignoraban que su producto es comprado en el lado sur de su frontera. También fabricantes de coches, de aviones y de máquinas como aires acondicionados, pantallas y celulares, que alertaron que sin la mano de obra mexicana sus empresas estadounidenses sucumbirían ante el ascenso de Huawei, LG, KIA y todas las asiáticas que de a poco les ganan lugar en los anaqueles del mundo con su calidad y… bajos precios.

Sus empresarios reunidos en la US Chamber of Commerce piden ahora con ahínco la legalización de inmigrantes que ya están en su país.

"Estas son familias que están criando a sus hijos... Quieren que sus hijos crezcan como parte del 'sueño americano'. Ellos son los dreamers ... Dependemos de esta fuerza laboral inmigrante, no sólo en mi sector, sino en muchos otros de la economía. Creo que es hora de que nos unamos en torno a una posición común y marquemos la diferencia para esta gente", dijo la semana pasada Tom Stenzel, presidente de la United Fresh Produce Association.

"En 2017, 3.2 millones de inmigrantes tenían sus propios negocios. Emplearon a aproximadamente ocho millones de estadounidenses y generaron $1.3 billones de dólares ($1.3 trillion) en ventas", abundó Ali Noorani, presidente y director ejecutivo, del Foro Nacional de Inmigración que defiende a inmigrantes en Washington DC.

El vicepresidente de la US Chamber, Neil Bradley, urgió una reforma migratoria que genere prosperidad y equidad en su país. Hoy el mundo espera que el presidente electo Biden presente una iniciativa en ese sentido durante su primer día de trabajo como mandatario.

Quien puso el tema de inmigración en la agenda esta vez no fueron políticos mexicanos buscando 'the whole enchilada', como lo intentó el presidente Vicente Fox, sino los mismos líderes estadounidenses, gracias a que Trump lo destacó como el mayor 'problema'.

Con sus ataques, él también provocó que el viejo tratado comercial TLCAN fuera actualizado, cuando los empresarios salieron en su defensa.

Eso también garantizó el avance de empresas mexicanas en ese país, protegidas por reglas regionales.

Allá, Grupo Bimbo, por ejemplo, se consolidó como la más grande vendedora de pan en una nación que adora los sándwiches y las hamburguesas.

Paradójicamente, la agenda de modernización comercial y migratoria avanzó más en cuatro años de ataques a los mexicanos, que durante décadas de supuestas buenas relaciones. La búsqueda de razones habrá que dejársela a los psicólogos.

El avance de la economía mexicana hoy depende de lo que ocurra en Estados Unidos más que en mucho tiempo. También paradójicamente, uno de sus principales lastres está en un gobierno nacional que parece esforzarse en detener a empresas foráneas y en enemistarse con el presidente que hoy inaugura su mandato.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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