Parteaguas

Los iPhone ya no dicen en dónde fueron fabricados

La empresa fundada por Steve Jobs se ha quitado el peso de revelar el origen de la manufactura de sus productos, lo que puede provocar animadversión entre algunos estadounidenses.

Observen la parte trasera de un iPhone que tengan a la mano. A menos de que se trate de la versión seis o alguna anterior, no encontrarán más palabras que iPhone, justamente. Los más antiguos incluyen "Designed by Apple in California. Assembled in China". Ese texto —si está impreso de algún modo— ya no es legible en los más nuevos dispositivos.

Con ello, la empresa fundada por Steve Jobs se ha quitado de encima el peso de revelar el origen de la manufactura de sus productos, lo que puede derivar en animadversión particularmente entre algunos estadounidenses cuando se enteran de que algo no está fabricado en su país. Donald Trump, por ejemplo.

¿Podrían fabricarse estos teléfonos en México? Hay posibilidades, pero ¿realmente queremos esas inversiones?

Desde el año pasado surgieron versiones acerca de que esa herramienta que tiene el presidente estadounidense para detener importaciones a su país mediante aranceles tendría un efecto: el posible final del "Made in China" que inició con fuerza cuando esa nación se integró a las reglas de la Organización Mundial de Comercio. A los chinos, el país vecino ya les aplicó el castigo, para los mexicanos hasta ahora solo hubo amenazas.

"Hemos lanzado un mecanismo para reducir nuestros riesgos actuales derivados de las disputas comerciales", dijo en agosto del año pasado a Bloomberg, Liao Syh-Jang, máximo ejecutivo del fabricante de iPhone llamado Pegatron: aumentar capacidad en la República Checa y México.

Esta empresa es bien conocida en Chihuahua. Produce las partes que pueden resultar útiles para hacer un iPhone. Pero se ubica en Ciudad Juárez, en donde un auxiliar de compras o un asistente de recursos humanos ganan unos 8 mil pesos mensuales… si su sueldo no es de los más bajos.

Esos son los costos que requieren estas empresas. En 2018, Pegatron, proveedora de Apple, vendió globalmente el equivalente a 44 mil millones de dólares. ¿Cuánto fue la ganancia? Apenas 370 millones o el 0.8 por ciento de las ventas. Los ingresos se complicaron y las utilidades se redujeron a la mitad desde 2016, año que coincidió con la campaña y posterior victoria de Trump. Ellos buscan lugares como México para reducir costos y aumentar ganancias.

En Japón, Nikkei publicó la semana pasada que Apple, fabricante del iPhone, pidió a sus principales proveedores que evalúen las implicaciones en los costos de cambiar entre un 15 por ciento y un 30 por ciento de su capacidad de producción de China a otros lugares de Asia y a México, en la previsión de que la guerra de aranceles contra China continúe.

Un promotor de esos movimientos es el fundador de Foxconn, Terry Gou, quien también tiene plantas de producción en la frontera norte mexicana. "Estoy instando a Apple a mudarse a Taiwán", dijo Gou la semana pasada en respuesta a una pregunta sobre si Apple retirará la producción de China.

Foxconn es uno de los socios de fabricación clave de Apple, y produce muchos de los iPhones de la compañía en Zhengzhou, China. Gou, quien la próxima semana dejará la presidencia de Foxconn aparentemente para buscar la de su nación, Taiwán, tiene además el incentivo de buscar votos políticos.

Apple, Pegatron, Foxconn y fabricantes de todo lo que produce China voltean a ver México como opción, pero en tanto Trump y el presidente Andrés Manuel López Obrador no establezcan reglas claras de juego, será difícil ver fuertes inversiones en México.

En cualquier caso, Foxconn ya busca ingenieros en electrónica en Tijuana al que podría pagar 22 mil pesos mensuales. Suena interesante.

El salario promedio para esa profesión cruzando la frontera supera el equivalente a 155 mil pesos mensuales, de acuerdo con el sitio de información laboral Indeed. Allá los requieren para inventar cosas. Acá para armarlas.

COLUMNAS ANTERIORES

La energía de Claudia
¿La Comer se ‘come’ a Soriana?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.