Parteaguas

Más grande que los planes de AMLO

Aumentar la participación del Estado en la economía empieza a verse en el mundo como una opción, ante las presentes circunstancias de desorganización.

El mundo ya es distinto. Empecemos con un ejemplo superficial: una enorme cadena de hoteles para la clase media eliminó ya los buffets de sus restaurantes, ante la posibilidad de una reapertura.

No pueden evitar que los clientes estornuden accidentalmente cerca de una papaya o dejen el pan dulce untado de coronavirus. También preparan regaderas para que sus empleados se bañen al llegar, obligatoriamente.

Una importante cadena de bares muy popular en la Ciudad de México se prepara para cerrar definitivamente.

Es lógico. Aunque abran de nuevo, no habrá cerveza disponible ante el cierre de la producción de Grupo Modelo y Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma. La 'chela' es su principal producto.

En la eventualidad de que obtengan cerveza, no pueden llenar los salones al punto que hace el negocio rentable: cuando todo el mundo está espalda con espalda con los de la mesa contigua.

Y si solo podrán entrar unos cuantos… en un país de reuniones 'muégano', ¿quién querrá ir a un bar cuyo aforo luce deprimente?

Son estos casos los que me llegan ya con mucha frecuencia a cambio de no revelar nombres. También son casos que tendrán réplica en casi todas las ciudades. En todos los países.

Si quieren datos concretos tomen los del dueño de los Starbucks y de muchos Burger King y Domino's Pizza en Latinoamérica y en Europa.

"En marzo las ventas en México fueron 18.5 por ciento menores que las del mismo mes del año pasado y en abril 67 por ciento menores; para Europa las ventas cayeron 54 por ciento en marzo y en abril, 94 por ciento más bajas que las del año pasado. En Sudamérica tuvimos números similares", dijo Alberto Torrado, de Alsea, hace dos semanas.

A estos establecimientos va a parar el comercio mundial de café, azúcar, de trigo, de cebada, de petróleo... y las conexiones de esos negocios están desgarradas.

¿Notaron las palabras de la semana pasada del "líder religioso" del comercio mundial?:

"No estamos haciendo nada ahora, no hay negociaciones, todo está estancado", dijo a Bloomberg el director general de la Organización Mundial de Comercio, Roberto Azevêdo, al anunciar su renuncia.

No están haciendo nada cuando Estados Unidos y China amenazan con hacer pedazos su relación comercial que en términos simples, surte de fuerza a todos los otros vínculos económicos del mundo.

La OMC no está haciendo nada cuando el presidente Donald Trump detona una nueva dinámica de control sobre las reglas de compra y venta de productos y servicios en el mundo, lo que a México, golpeado contra las cuerdas, le costó renunciar a su Tratado de Libre Comercio de América del Norte y navegar a partir de este verano con un nuevo T-MEC.

Mientras todo esto ocurre, la OMC no está haciendo nada. La defensora de la narrativa de la globalización sale de la cancha justamente durante una pandemia global marca Covid-19.

Sucede también ante el avance de los planes del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien pegado a su guion, aumenta aceleradamente la participación del Estado en la economía mexicana, práctica que en una circunstancia de desorganización mundial empieza considerarse como una opción en otras naciones.

El Estado debe hacer urgentemente su parte, siempre y cuando no afecte a la gente transgrediendo leyes, como parece hacerlo acá la Secretaría de Energía a cargo de Rocío Nahle, al bloquear la generación de energía con el sol y el viento en pos de la quema de combustóleo que saturará las refinerías nacionales.

En cualquier caso, estos planes son pequeños frente al tamaño de lo que le cayó a la gente encima:

"Esta pandemia está tan cerca de un asteroide que golpea la Tierra como se puede imaginar en términos de una amenaza común", dijo a Bloomberg, Richard Fontaine, director ejecutivo del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense en Washington.

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