En 2010 Apple lanzó su IPhone 4, cuando Steve Jobs, fundador de la compañía, continuaba vivo y en aquellos días muchos lo observaban en una vitrina como un buen deseo, mientras recargaban saldo en su Nokia para hacer llamadas o acaso 'texteaban' en su BlackBerry.
Nada de eso es comparable con lo que, 10 años después, tienen ustedes en la mano.
El WhatsApp no había llegado aún, estaban terminando de desarrollarlo; Instagram llegó al final de ese año.
¿Zoom o el asiático TikTok? Ni hablar, en México no había redes que aguantaran el peso de algo así.
Pero en 2020 el mundo rompió la historia y por eso resulta incompleta la información que hasta ayer otorgó el Inegi para entender con precisión cuántos mexicanos están subidos ya a la era digital y cómo puede la sociedad montarse en una revolución en la que los mexicanos van tarde. Nada tiene que ver la pandemia con esa ausencia.
Lo más cercano que aportó ayer la institución a cargo de Julio Santaella en esa materia con el Censo 2020, es conocer cuántos celulares y computadoras hay en México.
"Entre 2010 y 2020, la disponibilidad de teléfonos celulares en las viviendas creció de 65.1 a 87.5 por ciento; internet de 21.3 a 52.1 por ciento; las computadoras o laptops de 29.4 a 37.6 por ciento y las líneas telefónicas fijas descendieron de 43.2 a 37.5 por ciento".
En los días del IPhone 12... ¿Cuántos smartphones tiene la gente? No lo sabemos. Hay muchos que solo tienen un celular útil para hacer llamadas.
Al menos no lo sabemos todavía por la vía del Censo 2020, que es la herramienta estadística pública más confiable que tiene México. Tendremos que esperar a 2030 para una nueva oportunidad.
Parece un asunto menor, pero son los smartphones, no las computadoras ni los 'celulares' los que compiten con la televisión por la atención de la gente. Son esos aparatos los que obligaron a los medios a escuchar a su público y son también esos dispositivos los que están creando un inmenso negocio para quienes pueden entenderlo: el negocio de los datos.
En 2010 el Inegi no preguntó cuántos smartphones existen en cada casa, pero eso era comprensible ante una industria naciente. La ausencia de esa pregunta precisa habla de que en México no terminan de entender lo que pasa.
En 2010, la marca de Apple aparecía en el lugar 17 del mundo, muy detrás de Nokia, que ocupaba el octavo lugar y de Coca-Cola, en el primero.
Apple, Amazon, Microsoft, Google y Samsung tienen hoy en ese orden los primeros cinco lugares de la famosa lista de marcas más valiosas de la consultora Interbrand: Best Global Brands 2020. Coca-Cola apenas defiende un sexto lugar después de encabezar este ranking durante años.
Entre las primeras 20, 12 marcas tienen una relación directa con el smartphone en el que leen este texto. Hicieron el aparato, les entretienen en el aparato, cobran lo que ustedes compran, o tienen el mejor negocio: guardar todo lo que pasa en este aparato.
Muchos de ustedes serían precavidos al ceder los datos de su tarjeta al dueño de la tienda en la que compran refrescos desde niños, pero si es una app de California, brindan los de su banco, de su casa; los personales, como nombre, dirección, teléfono, correo electrónico y sin saberlo, los datos de la información de lo que compran y de lo que ven en internet. De todo…
El smartphone puede conocer a su madre y a sus hermanos, amigos e hijos y con ayuda de la inteligencia artificial, ofrecerles su próximo coche, su próxima casa, su tarjeta de crédito y para cuando se pueda, un boleto de avión. ¿En qué negocio de esos ganan los mexicanos?
Apple vendía 65 mil millones de dólares en 2010, multiplicó por más de cuatro esos ingresos en 2020; Amazon, por 10; Microsoft los duplicó; Google casi los sextuplicó y Samsung, la menos 'beneficiada' los elevó 53 por ciento. A ese porcentaje acaso se acercó América Móvil, que les vende a ustedes el derecho de 'brindar' sus datos vía internet, pero la coreana le lleva mucho camino en volumen de ingresos.
Hay empresas tecnológicas en México, algunas incluso rentables, pero su crecimiento topa con un ecosistema escaso de empresarios que comprendan; con un gobierno que impulse y con un Inegi que pregunte sobre todo lo que significa un smartphone.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero