La historia pintaba una suerte de liberación de primavera: con la aprobación de nuevas reglas de distribución y expendio, finalmente cientos de gasolineras dejarían de depender de Pemex para su suministro de combustibles ante la expectativa de que muchas otras empresas aprovecharan la apertura energética para importarlos. Pero si esta historia evoluciona es momento de repensar esa perspectiva.
Alberto Limón difundió la construcción de dos terminales de abastecimiento para atender a establecimientos independientes afiliados bajo la marca G500.
Hablamos del director global de suministro de gasolinas de Glencore, una empresa inglesa con operaciones en 50 países y un valor superior a los 100 mil millones de libras que aprovechó el inicio de la competencia en México por el mercado de las gasolinas.
Esa es la narrativa aún vigente, pero algo empezó a romperse en el camino, pues a partir del año pasado varios dueños de estaciones que cambiaron sus pancartas y pendones de Pemex por los de la marca referida comenzaron a tramitar el finiquito del contrato que les vincula con G500. Más de 40, para ser precisos, de un universo de cientos que algunos estimaron en mil 500.
Vienen más, de acuerdo con fuente vinculadas con el proceso, por un suceso clave reciente. Todo indica que Antonio Caballero tramita también su salida de ese barco.
No pasaría de la anécdota si no se tratase de quien se ostentaba o aún lo hace, como presidente de la misma organización G500, nacida en 2015.
La razón del rompimiento está basada en un problema de suministro, pues al parecer éste no ha operado por la vía de la multinacional y al no darse, la salida del contrato es justamente un mero trámite para empresas que dependen justamente de alguien que les surta de gasolina, que hasta el momento seguiría siendo Pemex para las G500.
Caballero se unió a los disidentes prácticamente por supervivencia del negocio, pues ante el aparente incumplimiento de Glencore, la exclusividad firmada con la compañía lo dejó como al resto en el peor de los casos: sin suministro distinto de Pemex y sin la posibilidad de buscar tratos con terceros.
La grilla creció al punto de enfrentarse con una corriente que percibe conveniente esperar una operación eficiente con Glencore, cuando comience.
Tristemente hay una traba estructural: las terminales de Glencore están en Veracruz y Tabasco. Para enviar combustible desde ahí a otras regiones la posibilidad de que 'huachicoleros' se roben el combustible es muy alta.
La figura visible de esa otra postura en G500 es una persona de nombre Tomás Tarno Quinzaños.
Aparentemente, Tarno envía en estos días nuevos contratos a los miembros de la agrupación en el ánimo de que sean firmados de modo expedito pese a que eliminarían la garantía de suministro como factor para seguir perteneciendo a este conglomerado de gasolineros independientes.
Nuevamente, la inseguridad motivada por la falta de derecho viene a ponerle el pie a proyectos de empresarios.