Ahora me llegan con frecuencia invitaciones que prometen decirme cómo será el futuro.
Es posible predecir que la economía caerá este año porque hay indicadores para ello, pero ¿es factible saber exactamente cómo serán las empresas el año entrante, después del Covid-19?
Partamos de la base de lo poco que sabe un mundo que aún no entiende cómo se comporta el virus que tiene a la gente acorralada ¿Vive en el aire? ¿Sí o no?
Este artículo de The New York Times muestra que aún no hay una respuesta contundente. https://www.nytimes.com/2020/03/17/health/coronavirus-surfaces-aerosols.html
Si no podemos partir de esa información clave, ¿cómo podemos saber cuánto durará la pandemia? ¿Llegará al año 2022?
"Todo el mundo está volando a ciegas", tituló un artículo al inicio del mes Andrew Browne, director editorial de Bloomberg New Economy Forum.
Sí es útil llegar a conclusiones como las que ayer planteó Enrique Quintana, director general editorial de El Financiero.
Durante la videoconferencia 'Perspectivas económicas tras la crisis del coronavirus' subrayó que hoy nadie va a los estadios y probablemente esa circunstancia se prolongue.
Por consecuencia, la transmisión digital o en streaming de partidos jugados "a puerta cerrada", parece un camino muy lógico de negocios.
Algunos consultores coinciden en señalar el nacimiento de esta economía de 'bajo contacto' humano.
A partir de esa percepción es posible hacer apuestas que pueden llegar a buen puerto, aunque no tienen la garantía de ser exitosas.
Antes, escuché por separado a un par de directores de fondos de capital de riesgo o venture capital decir que están interesados en empresas que generen modelos de negocio de e-sports o deportes electrónicos.
Suena muy aterrizable, a decir del éxito que tienen los partidos en línea de futbol en juegos de video entre jugadores profesionales de la liga mexicana de primera división, que estos días transmiten las televisoras mexicanas.
Otros inversionistas quieren poner dinero a plataformas de educación en línea, ahora que el sistema de clases presenciales parece de otra era.
Efectivamente, ambos modelos de negocio pueden tener de fondo la lógica y posiblemente sí prosperen, pero ambos también podrían caerse si por ejemplo, brota una explosión de ánimo entre la impredecible gente, que derive en una aversión al aislamiento en los siguientes años.
Lo expuesto ayer durante una conferencia virtual por el Digital Supply Chain Institute atiende justamente a esta involuntaria tentación de muchos a adelantarse al resto para subirse antes a la tendencia que efectivamente derivará en la realidad poscoronavirus.
Sus miembros –directivos de empresas trasnacionales– proponen tres pasos a seguir por todas las empresas: reaccionar, recuperarse y adaptarse a la nueva normalidad.
Hay que atender el shock de la negación. El dueño de esos restaurantes que ustedes conocen quizás no imaginó que le cerrarían el negocio durante semanas, menos que no podría tener juntas presenciales con su equipo gerencial.
Lo primero entonces es reaccionar estableciendo un sistema de teletrabajo y la búsqueda de crédito que den oxígeno temporal a la compañía.
Luego, la reactivación de ingresos. ¿Es necesario fortalecer relación con Uber Eats y Rappi? ¿Hay que buscar otras vías de comercio electrónico?
Finalmente, sigue la adaptación en la que también hizo énfasis Enrique Quintana.
¿Qué significa eso para un restaurantero? ¿Enfocarse en generar nuevas experiencias para quienes no quieran o no puedan viajar y se queden en su ciudad? ¿Cómo se adaptarán al nuevo cliente?
Es la indispensable reinvención. Y en eso sí, parece haber consenso entre empresarios que ante el presente embate, ignoran cómo será exactamente el futuro.
Director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.