Algunos de quienes lean este texto podrían morir de cáncer de pulmón dentro de poco, 22 personas fallecerán hoy en México por esta causa, casi uno por hora, de acuerdo con datos difundidos recientemente por la Secretaría de Salud. La incidencia global de este tipo de tumor aumentó 30 por ciento en 10 años.
Yo no puedo sacarme de la cabeza el eslogan que leía de niño cuando Kit el Auto Increíble quedaba suspendido en el aire mientras el Canal 5 nos mandaba a comerciales: "Todo está dicho" rezaba un texto sobre una imagen a media luz sobre superficies doradas: "Benson and Hedges, todo está dicho". Menos, la otra invitación: "Ven al mundo Marlboro".
Yo fumé Camel durante la universidad y dejé el vicio cuando nació nuestra primera hija hace 18 años.
Todavía no estoy libre de riesgo de cáncer de pulmón. Se necesitan en promedio 20 años limpio de tabaco para eso, de acuerdo con especialistas de Philip Morris, fabricante de los citados cigarros vinculados con gente que monta a caballo.
Nuevamente es la Secretaría de Salud la que difundió que el 85 por ciento de los casos de cáncer de pulmón está relacionado con esa práctica que comienza con un ¿traes encendedor?
Sumándose a una ola internacional 'antitabaco', en 2008 Felipe Calderón firmó como presidente la Ley General para el Control del Tabaco que fue aprobada antes por los legisladores mexicanos. En los medios y en las tiendas se acabaron las imágenes de viriles vaqueros mirando un horizonte y la música clásica que acompañaba los anuncios de los Benson. Pero no se acabó el negocio, antes cambiará. Me explico.
Las ventas de la fabricante de Marlboro, Philip Morris, tuvieron una salvaje caída de 2012 a 2016. Bajaron de 31 mil 377 millones a 26 mil 685 millones de dólares, de acuerdo con datos de sus reportes financieros recopilados por Bloomberg, pero a partir de 2017 subieron para alcanzar 29 mil 625 millones en 2018.
La productora de Camel, British American Tobacco, enfrentó la misma circunstancia. Una caída de 15 mil 190 millones a 14 mil 751 millones de 2012 a 2016, para luego recuperarse hasta los 24 mil 492 millones de libras en 2018, ayudada por la compra de la cigarrera Reynolds.
¿Cómo pararon esa baja? Lo hicieron al innovar un producto que en lo básico no había cambiado: tabaco para combustión.
Inventaron pequeñas máquinas para quitarle la segunda característica a su oferta. Estas máquinas electrónicas del tamaño de un bolígrafo que calientan —pero no queman— el cigarro mientras se 'fuma', evitan la liberación de toxinas que ocurre a los 700 grados centígrados, aseguran, con el fuego.
En Philip Morris presumen de estar hoy entre las mayores generadores de patentes en el mundo, lo que puede derivar en nuevas formas de consumir nicotina. En Suiza no venden sus nuevos dispositivos a quienes se declaran no fumadores y dicen concentrarse en ganarle terreno a su competencia en el mercado de mil millones de personas que ya queman tabaco.
Admiten que el consumo de su producto puede matar. Por lo mismo estas compañías son las que tienen también el mayor incentivo para cambiar la circunstancia, antes de que la presión social aumente. Muchos quieren acabarlas, pero la guerra contra las drogas muestra lo caro que es meterse con lo que la gente consume por su propio gusto.
El futuro de estas empresas lo resume una frase del director de operaciones de esa empresa, Jacek Olczak, un polaco de gestos duros y difícil sonrisa: "Quiero que Philip Morris sea una compañía que solía vender cigarros". Sí deben preocuparse quienes fabrican encendedores.