Parteaguas

Se nos van las maquiladoras

Hacer coches o sus partes es cada vez más un mal negocio y los autos son el segundo motor de las exportaciones nacionales, apenas detrás de máquinas y electrónicos.

"Matamoros ¡Muchas gracias! Adiós". Así reza la manta con la que se despidió la maquiladora de autopartes de Joyson Safety Systems, la semana pasada. Es el aviso, dicen, de otros cierres que también se aproximan. No quieren pagar más a trabajadores que lo piden. ¿Queremos que continúen esas maquiladoras operando?

Lo que dice alguien que ha vivido siempre en la frontera es que las maquiladoras dieron empleo, pero no bienestar. Muchas mujeres finalmente pudieron trabajar, por ejemplo, pero en su trabajo rara vez les ayudaron a cuidar a los hijos que dejaban solos en casa ante la irresponsabilidad o ausencia de los padres.

Lo plasmó el director general de Bafar —esa marca de jamón y salchichas que siempre ofrecen en el súper— Eugenio Baeza Farés. Escribió un libro llamado Una Apuesta por Chihuahua: sin guarderías, niños descuidados por su familia se convirtieron en adultos sin perspectivas claras y en Ciudad Juárez creció la delincuencia particularmente entre esos jóvenes. Esa historia podría aplicar para toda la frontera.

En estos días, la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, revisa los crecientes choques entre trabajadores y patrones de esas maquiladoras.

Quizás logre algunos acuerdos. ¿Pero estará viendo el tema de fondo? Hacer coches o sus partes es cada vez más mal negocio y los autos son el segundo motor de las exportaciones nacionales, apenas detrás de máquinas y electrónicos.

Joyson Safety Systems es una empresa con oficinas centrales en Auburn Hills, Michigan, muy cerca de Detroit. Es dirigida por Guido Durrer, un veterano que antes pasó por la también fabricante de piezas automotrices ThyssenKrupp-Presta. Hasta ahí con la parte occidental de esta empresa que pertenece a Ningbo Joyson Electronics, basada en Ningbo, China y cuyo presidente es Jian Feng Wang.

La compañía se describe como el lugar en el que muchos desearían trabajar: "Joyson Electronics es una joven, ambiciosa empresa de alta tecnología… con más de 100 bases en 30 países y más de 60 mil empleados globalmente". Desafortunadamente, cada vez es menos rentable. En cinco años, su margen de utilidad (EBITDA) bajó de 14.3 por ciento sobre sus ingresos en 2013, a 9.4 por ciento en 2018, según datos de Bloomberg. Cada peso adicional que paguen a un tamaulipeco, contribuirá a que ese porcentaje siga bajando.

El asunto es que así está la industria: Para Ford, su margen bajó de 16.1 por ciento en 2013 a 8.1 por ciento en 2018. En BMW, por ejemplo, ese margen cayó de 21.1 a 18.2 por ciento en cinco años contados hasta 2017, cifras más recientes disponibles… y así podríamos seguir.

La diferencia entre el equipamiento y diseño de un auto y otro hoy es cada vez menos visible y el negocio se volvió en uno de invertir en innovación apresuradamente y bajar costos en los trabajos de menor importancia. Eso ahuyenta a inversionistas de las acciones de estas firmas que enfrentan retos ante una generación de millennials menos entusiasmados por los coches actuales.

Las acciones de Ningbo Joyson Electronics bajaron 31 por ciento de precio este año y sus accionistas no están para contemplaciones estos días. Si algo representa más costos, se va y listo. Como sus trabajadores de Matamoros. Así está la industria y quien no juegue bien esas reglas, perderá.

Acá entre mexicanos lo útil en el corto plazo es acaso tratar de perder el menor número de empleos del ramo ante las fricciones que surgieron, pero de largo plazo el único camino es sembrar educación entre los habitantes de la frontera, con becas por ejemplo, para que inventen, diseñen y no solo armen piezas para vehículos del futuro. Muchas becas podrían pagarse con lo que cuesta una refinería.

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