Jorge Berry

¿Hasta cuándo?

Habrá que esperar a que aumente la presión sobre Vladimir Putin, pero hasta ahora no se ve un arreglo próximo.

La guerra revela lo mejor y lo peor de la humanidad. El conflicto entre Rusia y Ucrania ya tiene una buena dosis de villanos y héroes. Empecemos por los buenos de la película.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se ha convertido en el símbolo mundial de la libertad. Este hombre, un comediante de TV, ninguneado como candidato, se impuso en elecciones libres para ganar la presidencia. Desde entonces, se ha convertido en una uña enterrada en el pie de Vladimir Putin. Zelenski fue figura central en el segundo juicio de destitución de Donald Trump. Zelenski no se dejó intimidar por el hombre naranja, y no cooperó con la construcción de cargos ficticios de corrupción contra el entonces candidato demócrata Joe Biden. La campaña de presión que le aplicó Trump ni tuvo éxito, y sí mandó a Trump a su segundo juicio de destitución, siendo el único presidente de Estados Unidos de la historia en sufrir el proceso dos veces. La mayoría republicana en el Senado impidió el despido sumario de Trump, aunque lo merecía mil veces.

Ahora Zelenski enfrenta a pie firme todo el poderío de Rusia. Tampoco se va a doblar. Apenas el martes hizo un enlace de video con el Parlamento canadiense y el primer ministro Justin Trudeau. Les habló de la situación que padece Ucrania, describiendo la crisis humanitaria, e implorando por más ayuda de Occidente. El pleno del Parlamento se levantó y ovacionó a Zelenski más de cinco minutos ininterrumpidos. El mismo martes, lo mismo le ocurrió en el Parlamento británico al embajador de Ucrania. Y el miércoles por la mañana realizó otro enlace de video con el Congreso de Estados Unidos, en el que mostró imágenes desgarradoras y elocuentes de lo que ocurre en su país, para terminar pidiendo que cierren el espacio aéreo, pero dando alternativas. Arrancó otra ovación de pie de todos los legisladores, demócratas y republicanos por igual.

También recibió a los primeros ministros de Polonia, República Checa y Eslovaquia, quienes llegaron por tren a la capital, Kyiv, a expresar su apoyo. Polonia en especial ha recibido a cientos de miles de refugiados ucranianos, y está al límite de sus recursos, pero sigue recibiendo gente, mujeres y niños en mayor medida. Los hombres se están quedando en Ucrania a defender su territorio. El Ejército Rojo ya bombardea indiscriminadamente escuelas, hospitales y edificios de vivienda. Parece ser que Rusia intentará (o tal vez ya intentó para cuando usted lea esto) tomar la ciudad por asalto.

Luego está la historia de la periodista rusa Marina Osianikova. Trabajaba como presentadora de noticias en el canal Uno de Moscú, con cobertura nacional. Marina tiene madre rusa y padre ucraniano. Los últimos textos que le ordenaron leer acabaron con su paciencia. Así que decidió protestar. Mientras se transmitía el noticiero estelar nocturno de canal Uno, Marina irrumpió en el escenario detrás de la presentadora, con una gran pancarta que decía: “No a la guerra. Rusia y Ucrania no son enemigos. No crean la propaganda de Putin”.

En cosa de segundos, la arrestaron. La interrogaron más de 14 horas, incomunicada. Empezaron las protestas internacionales de diversas ONG, y la pusieron en libertad, con una multa. Aún enfrenta posibles cargos criminales, y la podrían condenar a 15 años de prisión. Me produjo verdadera tristeza escuchar a su abogado ruso confesar que su profesión ya es “irrelevante” ante el autoritarismo oficial. Tiemblo de pensar que llegaremos a eso en México, pero no lo descarto. Cosa de ver la postura presidencial sobre el uso de la FGR por su fiscal carnal.

Vladimir Putin hizo un berrinche el martes digno de los esfuerzos obradoristas. Impuso sanciones a Joe Biden, presidente de Estados Unidos, y a varios funcionarios más. Cuando lo oí incluir a Hillary Clinton, recordé a AMLO hablando de Loret. Venganza pura.

Aunque Rusia solicitó ayuda de China, el presidente Xi Jinping no se ha pronunciado. En la ONU, China se ha abstenido de votar en iniciativas contra Rusia, pero tampoco ha votado en contra. China no quiere que esto escale. No le conviene a nadie.

Mientras, las pláticas de paz continúan. Habrá que esperar a que aumente la presión sobre Putin, pero hasta ahora no se ve un arreglo próximo. Las cifras negras: 15 mil muertos, entre soldados y civiles, incluyendo 97 niños. Por lo menos 3 millones de refugiados. Hasta el momento.

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