Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, anunció el martes una suspensión total de venta de armas de fuego en Canadá. De todos los países de habla inglesa, ya sólo queda Estados Unidos como abanderado del comercio y uso de armas de fuego, incluyendo armas automáticas. En promedio, cada ciudadano de Estados Unidos posee 1.2 armas de fuego. Más de una por habitante, y en un distante segundo lugar está Yemen, país que lleva años con una guerra civil.
Hay ya iniciativas importantes con propuestas para reducir el comercio de armas, sobre todo las automáticas. No hay certeza de que puedan pasar en el Senado. Menos, cuando uno escucha al impresentable senador texano Ted Cruz, cuya solución a las matanzas es reforzar y blindar las puertas de los salones de clases, y poner guardias armados en las escuelas. Una visión distópica, por decir lo menos.
Si nos guiamos por la historia, cada matanza de este tipo produce indignación, plegarias, alarma, todo, menos acciones concretas. Por lo que ha comentado Mitch McConnell, líder de los republicanos en el Senado, esta vez pasará lo mismo: mucho ruido y pocas nueces.
La atención de los medios ha estado centrada casi totalmente en la tragedia de Uvalde, Texas, pero han ocurrido cosas interesantes en la política de Estados Unidos, y vale la pena comentar algunas de ellas.
Está creciendo la presión sobre Merrick Garland, el fiscal general de la nación, para que actúe sobre las recomendaciones que le ha hecho el comité de la Cámara de Representantes que investiga la insurrección del 6 de enero. Steve Bannon, arquitecto de la política trumpiana, y actor principal en la insurrección, ya está sujeto a proceso, pero hasta el martes era el único. Ahora, el Departamento de Justicia expidió un citatorio por investigación criminal a Peter Navarro, asesor económico de Trump, quien ha afirmado en diferentes entrevistas cómo se realizó el intento para nulificar la elección de Joe Biden en 2020. Navarro tendrá que declarar ante un gran jurado; de no presentarse, sería arrestado.
Cada vez más y más testigos han declarado ante el comité, incluyendo a los hijos de Donald Trump y a su yerno. El cerco legal continúa cerrándose en torno al expresidente, pero el comité trabaja contra reloj. Tienen hasta noviembre, fecha en la que parece perderán el control de la Cámara baja, y los republicanos cerrarán cualquier investigación. Habrá, eso sí, audiencias públicas que seguramente generarán todo tipo de reacciones y consecuencias. Será el show del verano.
Hablando de Trump, no les fue muy bien a los candidatos por los que se pronunció. Los votantes republicanos de Georgia repudiaron a quienes recibieron su apoyo y ratificaron al actual gobernador, Brian Kemp, como su candidato a la gubernatura. Será la elección más llamativa de las intermedias, porque una vez más la demócrata Stacey Abrams tratará de vencerlo. Hace cuatro años, Kemp ganó una escandalosa elección de Estado, donde los republicanos usaron todo tipo de trampas y artimañas para elegir a Kemp. Esta vez, la campaña de registro de votantes y la urgencia de participar en el proceso podrían inclinar la balanza en favor de Abrams, que busca ser la primera mujer afroamericana en ser gobernadora. Tiene enorme arrastre, y todos los reflectores estarán sobre esa elección.
No puedo dejar de mencionar el descalabro que sufrió el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Este tipo usa el mismo esquema de Donald Trump, pero sin el carisma. Aun así, es un serio contendiente a la candidatura republicana para 2024, y sería un desastre para Estados Unidos y para el mundo si eligen a un autócrata, como pretenden.
Por lo pronto, las cortes, con todo y jueces conservadores nombrados por Trump, tumbaron un decreto del gobernador que pretendía controlar los contenidos de medios escritos y electrónicos, incluidas redes sociales. Quería prohibir el uso de la palabra ‘gay’.